30.6.07

Barras y estrellas

Mi niñez fue, básicamente, una niñez de barras y estrellas. Los americanos sólo eran doce, como los apóstoles. ¡Pero vaya doce! Uno, con sus flamantes prismáticos, inspeccionaba los movimientos del enemigo; el otro, rodilla en tierra, apuntaba con su fusil automático hacia las posiciones enemigas; el tercero se mantenía en disposición vigilante, con la culata de su fusil ametrallador acoplado en la ingle y el pie derecho apoyado en un pedazo de roca; el cuarto tenía las piernas bien separadas y blandía un soberbio bazooka contra el que poco podían hacer las enclenques y desvencijadas tanquetas japonesas; el quinto sostenía por encima de su cabeza una granada de mano, de esas con aspecto de una piña tropical, a punto de ser lanzada sobre el nido de ametralladoras enemigo; el sexto era el zapador del grupo: sobre su espalda cargaba una abultada mochila de la que sobresalía una pala. Y así hasta doce. Eran los doce soldados de goma que me trajeron los Reyes Magos. Y también me facilitaron material pesado: un tanque, un mortero, un cañón...

Sus doce oponentes eran japoneses. A los japoneses, unos tipos bajitos y terriblemente fanáticos, Johnny Comando y Gorila, los héroes de los tebeos de “cubierta roja” de las Hazañas Bélicas (que más bien parecían panfletos racistas) los llamaban macacos, monos amarillos, nipones, enanos y otras lindezas por el estilo. Y, por supuesto, los macacos caían como moscas (a docena la descarga) bajo las ráfagas de la metralleta de Johnny Comando. De esta forma verdaderamente impresentable afronté mi adolescencia.

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28.6.07

Más muertos que vivos


Me ducho con la noticia “bomba” de que ETA ha roto la tregua (?) y cuando abro el correo electrónico me encuentro con los consabidos sarcasmos sobre Aznar y sus efebos. También es cierto que cuando visito territorios de derechas pasa lo mismo con Z.P., Blanco y sus secuaces. Visto desde una perspectiva estrictamente personal, es decir, siguiendo mis inclinaciones más irrenunciables, contemplo esta Contrarreforma Conservadora con estupor y algo de miedo. Y digo conservador en el peor y más despreciable de los sentidos. Y seré muy concreto y sólo constataré una “minucia” recientemente constatada: Conservador hoy y aquí, por ejemplo, y para utilizar una expresión, digamos, “elegante” es renegar con asco, de los maricones, lesbianas y homosexuales en general.
En estas condiciones, es decir, bajo el chorro de agua caliente, me pillan con lo puesto. O sea: completamente desarmado. Como si me dijeran que servios y croatas han organizado un partido de fútbol en Navidad. O lo que viene a ser lo mismo, que a esta hora el mundo aún está demasiado lejos. Claro que siempre acabo preguntándome qué lejos ha de estar “el mundo” para que deje de sentirme responsable. Aunque sería mejor decir sucio. Y no es moralina de baja estofa, tan propia de la clase media, de la que habla Sabina. No, no es exactamente eso. Se trata más bien de una sensación más próxima a lo físico, ahora que sólo tengo noticias del desastre por los mass media. Puede que esté -el mundo-, me respondo sin ninguna convicción, en el "Buenos días" del quiosquero, en el gruñido ininteligible del vigilante del parking o en el gesto del colega de turno de la oficina, todos ellos más muertos que vivos, es decir, más bien dormidos.
No me pregunten por qué
, pero siempre recalo en el baño acompañado de mi gato, único ser vivo que me es fiel a esta hora tan intempestiva, y a cualquier otra. Esta costumbre no crean que responde a ninguna pretensión de estar informado respecto a las fluctuaciones de la bolsa o de las competiciones internacionales de fútbol o básquet; ni siquiera responde a ese cierto afán morboso que tanto nos caracteriza a los humanos, esa aspiración de saber si se ha derrumbado algún edificio por explosión de gas, y cuántos heridos y muertos y todo eso; ni siquiera responde a esa inclinación meteorológica que me lleva a averiguar por donde ha salido el sol, si en Irak o en la Franja de Gaza. No, tampoco pretendo averiguar exactamente qué temperatura tienen en Segovia.

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Passivityman


Passivityman está echado una cabezada, que es su reacción habitual al estrés, cuando suena la alarma.
- Iré a mirarlo luego, jefe – murmura.
- Irás a mirarlo ahora por favor –le dice su novia y superior, la bella princesa Prudence-. Ponte esos mugrientos pantalones de pana y ve a ver.
- ¡Jo! ¿Tan urgente es? –pregunta él.
- ¿No lo entiendes? ¡Te lo vengo advirtiendo, episodio tras episodio! –dice ella-. Y ahora, desde su superequipada casa en la Luna, el capitán Corporation ha estrechado su red del Mal alrededor del planeta Tierra, ¡y lo está sacando de su órbita! Las decisiones del Congreso de los estados Unidos se toman desde la industria farmacéutica, el Estado de Israel lo dirigen integristas cristianos, la gente que transporta residuos tóxicos fabrica pienso para ganado y procesa hamburguesas, las fuentes de noticias y de información las edita un ratón gigante, la ciudad de Nueva York y el fundamentalismo cristiano son holdings de una familia kuwaití: ¡y todo esto es propiedad del capitán Corportation!

Passivityman se frota los ojos y bosteza.
- Vale, Pru, jolín... Pero, a ver, ¿qué se supone que debo hacer, eh?
- ¡Yo qué sé! –dice la princesa Prudence-. No me corresponde a mí averiguarlo, me parece. Aquí, el superhéroe eres tú. No sé..., por ejemplo, ¡sal y haz algo que carezca a todas luces de valor monetario! Inventa un blandy blub fétido y a prueba de lucro. Qué sé yo, cualquier cosa. Pero más vale que hagas algo, ¿entiendes?, antes de que sea demasiado tarde.
- Por lo que parece, ya es superdemasiado tarde- dice Passivityman, cogiendo un cigarrillo.
Deborah Eisenberg: El ocaso de los superhéroes, Leator, Barcelona York, 2006

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24.6.07

Tatuajes


Escuché su voz en el lugar y momento más inesperados: en la cocina, el jueves pasado, en el programa Hoy por Hoy de la Cadena Ser, mientras me preparaba el desayuno. Era Kim Phuc explicándome en castellano, un castellano leído, aunque claro y diáfano, de una mujer de cuarenta y pocos años, de voz tranquila y cálida. Y de una firmeza –nada tatcheriana- de esas que suenan a verdad. Y más que eso: percibí, consternado, su arrojo y energía más allá de sus palabras.
Le perdí el rastro desde aquella fotografía que quedó tatuada, como una herida de guerra, en el mapamundi de nuestras rabias e indignaciones particularmente generacionales, producto a la vez de una época no menos cruel y depredadora que tantas otras y que un extranjero procedente del más allá de nuestra Vía Láctea, no sin triste razón, diría que “está en nuestra naturaleza”.
Había otros tatuajes: la foto del cadáver de Ernesto Che Guevara boca arriba en una ruinosa escuela de Bolivia. El cuerpo esquelético y con la panza hinchada de un niño de Biafra, expoliada su carne por un ejército de moscas. Los jóvenes del mayo del 68, en París, montando inútiles barricadas contra el señorío de la clase media. La imagen de Salvador Allende saliendo por la puerta trasera del Palacio de la Moneda, como un ladrón de bicicletas, metralleta en mano (con un jersey y una chaqueta que no le pegaban nada) momentos antes de morir. Y, sobre todas ellas, la foto de portada de la revista Triunfo, en negro y con una única palabra en rojo sangre: Chile. Los mataron como a ratas. A unos los fusilaron y enterraron en fosas comunes, a otros simplemente los lanzaron, todavía vivos, desde sus aviones sobre el océano. A todos los torturaron con un ensañamiento que posiblemente conseguiría, esta vez sí, sorprender a más un de viajero de más allá de nuestra Vía Láctea.
Ninguno de esos tatuajes ha sobrevivido a la terrible (y temible) constancia de los que hacen de la ira de sus ideas un exterminio (al grito de ¡No hay prisioneros!) no sólo de la vida sino de su memoria. Son los que rescriben la historia, los que hacen pura rapiña de nuestros recuerdos, los que niegan la evidencia, los que convierten, finalmente, nuestras heridas en iconos de feria, mofándose de ellos, de Thi Kim Phuc y de tantos otros. Sin pestañear, saboreando con una fruición, más allá de lo humano, el olor al napalm de nuestros cadáveres. De su victoria.

Esta fotografía fue tomada el 8 de junio de 1972 durante la guerra del Vietnam. Un avión norteamericano bombardeó con napalm el pueblo de Trang Bang, a 50 kilómetros de Saigón, donde se encontraba Kim Phuc de 9 años junto con su familia.
La foto fue atribuida al periodista americano Nick Pat, por la que recibió el premio Pullitzer y que además en el momento del bombardeo no se encontraba ni en el lugar. Fue el fotógrafo vietnamita Nick Ut, quien para la agencia Associated Press tomó la famosa foto con su Leica M2 y un 35mm. La foto dic la vuelta al mundo y sirvió para que la gente viera la barbarie que se estaba perpetrando en Vietnam.
Hoy en día Pham Thi Kim Phuc, la niña de la fotografía está casada y con 2 hijos y tiene la residencia en Canadá. Preside la ‘Fundación Kim Phuc’, dedicada a ayudar a los niños víctimas de la guerra y es embajadora para la UNESCO. Después de estar varios días en coma y de estar a punto de morir, en su cuerpo aún perduran las cicatrices del napalm; pero lo que es peor aún, el recuerdo de la tragedia.

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22.6.07

¿Plastac o Fantastac?





Oporto -como Lisboa, por otra parte, pero todavía más- es vieja, viejísima, salpicada de esquinas ruinosas que hacen compañía más que alejan y personas (y personajes) con la amabilidad en los ojos y música en los labios. Cuánto más viejos más amables, más música en sus palabras.
Sus fachadas repletas de ventanales acristalados con vidrieras emplomadas (para que de tanta bruma entre un poco de sol) y de ropa tendida. Las hileras de estrechísimos y contiguos portales, uno junto al otro, numerados como taquillas de una fábrica que más bien parecen vestuarios (de uso exclusivo – me imagino - de los antiguos marineros) y la variedad de sus colores, reflejan una titánica -aunque educada- lucha contra el gris brumoso de su clima. El fado, efectivamente, es el único canto posible a este posible paisaje de tristezas y tejados de color naranja.
Así pues, y aclarado lo general, adentrémonos ya en lo particular: Después de comprobar que la habitación del hotel está en condiciones, el equipaje completo, los cinturones abrochados y la mesa plegada, con camisa y tejanos limpios, puede uno bajarse en la estación de metro de San Bento (línea amarilla), echarle un rápido vistazo a las estampas de cruentas batallas de las paredes de la estación ferroviaria del mismo nombre, construidas con miles de diminutos azulejos, para, acto seguido, descender por cualquiera de las tortuosas calles que conducen a la margen del río Douro, atravesar el imponente y eiffeliano puente de hierro de Don Luis y, ya al otro lado, aposentarse en alguna de sus terrazas, pedir un “oporto” y admirar el casco viejo de la ciudad, la escarpada “cascada” de sus viejas casas “montadas” unas sobre otras, mostrando así sus tejados de color naranja y los escasos rescoldos de la antigua muralla, testimonio anacrónico de otro tiempo.
Ninguna construcción moderna irrumpe en este paisaje gris y melancólico. Todo un clásico de la nomenclatura turística, esto de gris y melancólico. Como lo de oscuro y brumoso. Tampoco hay que tomárselo al pie de la letra, aunque sí agradecer que una gran pirámide de cristal o una Torre Acba no perturben la ensoñación del momento, sobre todo a gente como yo, bastante arcaica y nada entusiasta de vivir en una ciudad que ya hace tiempo que no está pensada para sus habitantes sino para sus visitantes.
O peor todavía, una metrópoli pensada para ser gestionada como una sociedad anónima de servicios y beneficios y cuyos gestores no pretenden por nada del mundo pasar desapercibidos, ni mucho menos facilitar la molicie de los que – como yo - no pidieron vivir en ella pero tampoco tienen adónde ir. Gente tan pretérita y añosa que cuando regresamos a casa buscamos afanosamente en la estantería la cinta de “Mon oncle” de Jacques Tati y nos recreamos en la figura despistada y un tanto turbada de un hombre con su pipa y su paraguas intentando sobrevivir entre la electrónica de la modernidad y un mundo de plástico (Plastac), haciéndose pasar por un niño travieso, aliándose con la inocencia de los chavales y los perros vagabundos que, de tanto disfrutar aburriéndose, corren de aquí para allá creando sus propios juegos y quimeras en un mundo de fantasía al que, por otra parte, llaman Fantastac.
Jacques Tati: Mon oncle (Mi tío). Francia, Italia. 1958. 120 min. Guión: Jacques Tati y Jacques Lagrange. Música: Alain Romans y Franck Barcellini. Fotografía: Jean Bourgoin. Reparto: Jean-François Richet, Adrienne Servantie, Alain Bécourt, Betty Schneider, Jacques Tati, Lucien Frégis.

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20.6.07

Miamooolll... [Nihilismes 3001]


Qui deia nihilismes?
Jo? Mentida podrida!!!!
Ja lo decía Einsten, ya, que el espacio y el tiempo
eran curvos
CUÁNTA RAZÓN TENÍA!
Autor anónim: Nihilisme 3001, una odisèa espaial sideral y demás consideraciones sobre el fin del mundo y otros planetas

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18.6.07

Mi reino por un guardachuvas

La morsa, desesperada, suplicando un guardachuva


La morsita, poniendo buena cara al mal tiempo
El puente del Tal Don Luis, al modo Eiffel

Si, mi reino, mi reinado y mi hipoteca si es preciso. No cesa de llover en Porto, pero no ese chirimiri amariconao de los reyes del universo, más al norte, sino un chaparrón de esos en los que Kim Novak te dice que te quites toda la ropa que vas a coger una pulmonía y que te pongas cómodo, no sea que lo que venga detrás te deje congelao.
Porto es un encanto, los pocos guiris se pierden en sus intrincadas calles y acaban feneciendo por falta de oxígeno. No es mi caso. Como los camellos almacenan litros y litros de agua en sus panzas para resistir las largas caminatas por el desierto, las Morsas hacemos otro tanto con el Oxígeno. En las puertas de los restaurantes sólo tienes que saltar por encima de los cadáveres anglosajones, buscar una mesa libre en un rincón "bañado de azulejos" y pedir un arros caldoso al estilo Douro o un Bacalhau al estilo Braga. Con este último te cagas.
Tardamos veinte minutos en llegar del Hotel a la primera tienda donde un todo a cien llevado por una chica de nacionalidad india nos vendió dos guardachuvas por diez miserables euros. Pero ya era demasiado tarde, estabamos empapados hasta los huesos y, aunque nos reíamos de nuestras pelucas mojadas y aquellas pintas de espantapájaros sin centrifugar algo no demasiado bueno se cocinaba en la trastienda. Algo había cambiado. Y no sé que es. Me pasa siempre, desde niño. Cuando empezaba a pasármelo bien llegaba un adulto y me jodía la marrana.
Yo pensaba que era una cuestión generacional, pero me equivocaba. No tiene nada que ver con la edad. Claro que, ¡Vaya descubrimiento! Si siempre me equivoco. Y cuando la acierto peor todavía. Ya lo explicaré otro día, que ahora tengo que ir en busca de mi guardachuva y salir a mojarme un rato.

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17.6.07

LOW COST

El viaje de bajo coste es un invento de finales del siglo XX que acabó imponiéndose, para nhuestra desgracia en el XXI. Su objetivo: la globalización (abaratamiento) de la oferta conlleva el incremento del negocio. Sus destinatarios: los "garrulos" del mundo entero, sobre todo, el supuestamente civilizado.
La Morsa lo sabe, ella ha avistado el peligro. Tiene experiencia: en su Antártida, los cazadores "blancos" no tenían piedad. Como los de Iberia.
Ahora debería intentar convencer a un mundo incrédulo de que la pesadilla del LOW COST ha comenzado. Pero ya no le quedan fuerzas. Ella también ha sido abducida por esta nueva y gran fuerza que nos arrastra al maravilloso caos del LOW COST.
Y, créanme, no hay nada que hacer. Justo en este momento está siendo transportada de la Terminal B del Aeropuerto del Prat de Barcelona al avión de Clikair, concertado con Iberia. La temperatura en el interior del "cobus" es, como mínimo de 16 grados centígrados. Teniendo en cuenta la indumentaria "veraniega" de nuestra Morsa (estamos a 16 de junio) y con el tiempo este pobre animal ha ido acostumbrándose al clima mediterráneo, xipi xap y todo eso, convendremos en el inminente riesgo de congelación que sufre nuestro héroe.
La Morsa sospesa, mientras se ajusta las solapas de la chaqueta, la hipótesis de que con tan baja temperatura (ya se sabe, a ciertas temperaturas no hay bicho ni pulga que se resista) quede libre de parásitos durante una buena temporada. Al menos, el tiempo que dure este superviaje de low cost que tanta ilu le hace, aunque ahora mismo tema morirse de frío antes de poder contemplar las populosas, grises y brumosas calles de Porto.

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15.6.07

No hay color


- ¿De manera que también compartes mi chifladura de dormir con la ventana abierta? - le dijo Kafka a Felice en una de sus cartas diarias.
Cuando en realidad debiera haberle robado su Noche de ronda a Nat King Cole, recorrerse los pocos kilómetros que le separaban de Felice Bauer y obligarla a asomarse al balcón, espantada ante el escándalo que hubiera supuesto un individuo larguirucho y siniestro, con ese aire gótico de otro siglo, cantando en plena calle:
Dile que te quiero,
dile que me muero de tanto esperar,
luna que se quiebra sobre las tinieblas
de mi soledad.
Todo tiene su qué. Lo dijo, para no ir más lejos, Rainer María Rilke, el insigne poeta de todos los tiempos: "Ser amado es pasar y, en cambio, amar es permanecer con luz inextinguible porque, en definitiva, lo único que uno ama es ser." Dejando aparte el poso narcisista de la oración y utilizando un lenguaje lo más llano posible, deberíamos entender de sus palabras que entre dar o recibir, entre amar y ser amado, sencillamente no hay color. Ser amado otorga un bienestar extraordinario al espíritu, aunque también es verdad que, en muchos casos, alimenta el músculo de la vanidad.

Amar, al contrario:
1. Es un sentimiento compulsivo, pasional, que no depende de otros factores que los de la necesidad expansiva e irrefrenable, pero cuyo origen radica, sobre todo, en la capacidad de producir uno de los efectos más mágicos e inextricables del ser humano. Como el genio: se tiene o no se tiene.
2. A causa de la naturaleza de este fenómeno, y bajo el impulso de su ausencia (de la incapacidad para amar) se han construido desde catedrales hasta obras maestras de la literatura universal.
3. El ser humano, el hombre, sobre todo, ha producido grandiosos sustitutivos ante tal angustiosa carencia, con el único objeto de “extraer” y “conducir” tan majestuoso sentimiento, sin que, al contacto con el aire se descomponga como un puñado de arena, como ocurría con las momias egi
pcias. Y lo ha hecho mediante el artificio de la abstracción. De aquí el gran invento que supuso el amor platónico. Desde Santa Teresa de Jesús hasta los surrealistas todos. Llamémosle Dios, Musa o la mujer de tu mejor amigo.
Por lo tanto:
1. Hay pasión cuando se ama, no cuando se es amado.
2. Los hay que, a pesar de todo, nunca se dan por vencidos.
3. La felicidad y el amor se parecen a veces a esas líneas paralelas que sólo se juntan en el infinito.
4. Y a pesar de eso, o por eso mismo (y por otras muchas cosas de menor enjundia, todo sea dicho) la gente muere y no es feliz.

Fotografía:
zchizzerz: ... beauty.in.white, 13.8.2006. dubai, united arab emirates
http://les-plus-simples.com/displayimage.php?pos=-986

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12.6.07

Quiero que te acuerdes de mí


Kafka en la orilla es un cuento mágico. Y es un cuento mágico porque, como en “Alice’s Adventures in Wonderland”, debes atravesar el espejo para VER... Y sentir. Y, en nuestro caso, para alcanzar la otra orilla. Allí está Kafka Tamura, esperándonos, dispuesto a invitarnos a explorar las muchas puertas del cuento. Puertas que más bien parecen preguntas y que, en realidad, no precisan de una respuesta precisa, porque lo verdaderamente importante no son las respuestas sino el revelador efecto de que cada pregunta resulta, finalmente, una metáfora. “El mundo es una metáfora”, le dice Öshima al oído, en un susurro, a Tamura. Öshima, el bibliotecario, es una especie de “maestro” del joven Kafka Tamura que ha huido de su casa a los quince años.

Al final del ”corredor” de este cuento, laberíntico, repleto de símbolos que no acaban de enlazar sino más allá de nuestra consciencia, inextricable en su esencia y hermoso en su desarrollo pero, sobre todo, en la corporeidad de sus personajes, sólo podemos encontrar una única respuesta. ¿Lo adivinan? Una única respuesta pero con múltiples preguntas subsiguientes. Ya lo dice Öshima, el guardián de los recuerdos, el único de los personajes de la fábula que sigue en el mismo lugar – omnipresente, pues – de principio a fin. Su enseñanza es clara como la luz del sol: el discurrir de los acontecimientos - la vida, en suma – no es otra cosa que una metáfora continuada. Es decir, una ficción en virtud de la cual una cosa representa o significa otra diferente.
Porque, en realidad, este cuento, con reminiscencias del viaje iniciático contado por Joseph Conrad en "El corazón de las tinieblas" es como ese sueño de Sakura, al final del relato, tan sugerente, cuando sueña que Kafka Tamura se encuentra en una especie de laberinto, buscando una habitación especial, sin encontrarla y sin saber que alguien, a su vez, le está buscando a él. Metáfora angustiosa que resume y convoca en una imagen –la del sueño de Sakura- la eterna búsqueda del tiempo perdido, una forma como otra cualquiera de aludir al sentido de la vida. Esa ansia imperecedera (y digámoslo de una vez: inmerecida) por completar los huecos que tantas ausencias han dejado en nosotros. ¡Como si ello fuera posible!
Y lo más terrible, y a la vez más hermoso, o paradójico, es que mientras buscas, o persigues, no sabes que al mismo tiempo eres buscado y que, como en los sueños, como en todos los sueños, al despertar, sólo algunos sabemos que de sus múltiples significados el peor de todos, el más próximo a la realidad, es la inútil resistencia al olvido. Y por eso mismo sólo algunos pocos sabemos por qué la señora Saeki le dice al joven Kafka Tamura, mirándole directamente a los ojos: “Quiero que te acuerdes de mí. Si tú me recuerdas, no me importará que el resto del mundo me olvide.”
Lewis Carroll: Alicia en el país de las Maravillas (Alice's Adventures in Wonderland) (
1865)
Joseph Conrad:
El corazón de las tinieblas (Heart of Darkness) (1899)
Haruki Murakami: Kafka en la orilla (Kafka on the shore) (2006)

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11.6.07

Es absurdo que te siga viendo por todas partes

te miré y me quedé loca para siempre (morning nude)

Yo perdiéndome en tus ojos y sin poder hablar (Man with evil grin)

- Valencia. Te vi trabajando en una famosa cafetería, calle de San Vicente. Pelirroja con tatuajes. Tus ojos iluminaron un oscuro camino. 12720864
- Tú de socorrista en el César Augustus de Cambrils, con barba, el 6 de mayo. Me encantó cómo tocabas de forma imaginaria la batería. 12710255
- Huesca. Por la calle de Canellas te veo a diario. Yo, tirillas, tú con tus tres eses: suave, suavita, suavona. Te amo. 12688774
- Tú, alegre y melancólica, fuerte y vulnerable, extrovertida y tímida; yo, perdiéndome en tus ojos y sin poder hablar; y la luna, testigo anónimo. Logroño. 12685844
- Abandoné la posibilidad de que me sirvieras gin-tonics por olvidarte; es absurdo que te siga viendo por todas partes. 12685816
- Nous nous sommes embrassés à Cibeles le 30 mars. Tu es descendu à l’arrêt de Quevedo. Où es-tu? 12373872
- Madrid, lunes, 19,00. Grupo salvaje. Entraste a los locos, te miré y me quedé loca para siempre. 12321282
- 7 de mayo, 8,30, línea 10. Tú con un libro de Freud y una cinta morada en el pelo. El tren se paró y mi corazón se paró con él. ¿Paramos el mundo? 12769425

EPS, EL PAÍS, TE VI, 4 de mayo, 1 y 8 de junio de 2007
Fotografías:
Eduard (Barcelona): morning nude. 2 de Oct de 2006, nude.jpeg.jpg
http://les-plus-simples.com/displayimage.php?album=topn&cat=0&pos=8
Mrgud (Croatia): Man with evil grin. 29 de Sep de 2006, PICT4310AlanD.jpg
http://les-plus-simples.com/displayimage.php?album=topn&cat=0&pos=46

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Rosa Mora: LÍBANO

bajo una lluvia de balas...

durante los bombardeos en el Líbano...

en medio de la noche
la ciudad sucumbe bajo una lluvia de balas
huyen los niños de este laberinto de promesas rotas,
los vampiros entran sigilosamente en las casas y
exigen su porción de sangre
y el aire espeso se llena de gotas amargas.

al otro lado del mundo, entre brillantes torres de metal
un cowboy con nariz de payaso
mira satisfecho Bonanza

Texto: Rosa Mora. Poema "LÍBANO"
Pinturas: Carlos Márquez

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Ser Aventureros

¡Hay tantas cosas que hacer a las cinco de la mañana!


... contemplaba desde mi ventana la mañana gris y brumosa

Llevo varios meses despertándome a las cinco en punto. Debe ser más o menos la hora en la que ya he agotado mis ciclos REM (o MOR, como se prefiera), que es cuando- según dicen – se producen los sueños más intensos. Durante estos períodos – siguen diciendo – mis ojos se mueven rápidamente y la actividad de mis neuronas no es menos intensa que cuando estoy despierto. A esto le llaman sueño paradójico.
¿Me lo dicen o mejor me lo explican? Yo sí que les contaría, porque de paradojas sé mucho. Y me callo porque hoy en día lo que se cuenta ya no es secreto, pero les diré que con estas perspectivas, y otras parecidas, no menos amenazadoras, cualquiera sigue durmiendo. Yo no, por supuesto. Así que cuando acaba el REM el menda se pone a remar.
¡Hay tantas cosas que hacer a las cinco de la mañana!
Si ponemos la radio, nos encontraremos enseguida con los cachondos de los programas matutinos. Los aventureros, por ejemplo, unos tíos que aprovechando esa cierta libertad que les da esa franja horaria intempestiva de la mañana, se sueltan y entablan una tertulia, la mayoría de las veces desternillante.
También hubo un tiempo en que, más melancólico, ponía un disco del viejo John Lee Hooker, me fumaba un purito Don Fernando y contemplaba desde mi ventana la mañana gris y brumosa, prometedoramente anodina. Debo reconocer, que al poco tiempo, estas mañanas tan cool me cayeron encima cual trailer de quince ruedas, provocándome una depre de padre y muy señor mío.
Aunque yo, como los aventureros de la radio y los gatos del tejado, tengo siete vidas, así que siempre acabo resurgiendo de mis cenizas y, como el admirado Ben-Hur, vuelvo de donde nadie regresa. Justo a tiempo para combatir el yuyu del insomnio y de las paradojas. Y lo hago, regresar del más allá, aporreando el sufrido teclado de mi portátil, poniéndome a escribir como un poseso. Como si en ello me fuera la vida. Porque si uno puede apostárselo todo a la ruleta o al póquer abierto (juego de estrategas donde los haya) también puede, por similares motivos, escribir relatos como si estuviera desesperado.

Aventureros. Sábados, de 6 a 7 horas de la mañana, en la Cadena SER. Más información en la web
SER Aventureros cuyo programa cada semana busca la información útil para el viajero, se hace eco de las noticias relacionadas con la aventura y comenta las experiencias más apasionantes con viajeros. Para conseguirlo ha viajado a todos los rincones del globo, ha participado en los proyectos más apasionantes y cuenta con experiencias dignas de los grandes aventureros. Entre sus colaboradores hay grandes viajeros: periodistas, historiadores, escritores y pensadores dedicados al mundo de la aventura y del viaje.

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10.6.07

¿Por qué no pruebas otras formas de hacerlo?

Siempre me masturbo tumbado, inclinándome hacia la derecha; pongo mi pene y una mano entre las piernas, aprieto y muevo la pelvis. ¿Es normal?"
No es el modo habitual, pero no es anormal. ¿Por qué no pruebas otras formas de hacerlo?
Consultorio Vampirella
EP3, EL PAÍS, 8 de junio de 2007, Pág. 26






Fotografía: Marcelo Aurelio, artista visual
Nocturama fotoblog
“Five”- Photo Friday -Voladores de Papantla
Archivado en la Categoría: 'por el cielo'
http://www.arte-redes.com/nocturama/?p=480

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9.6.07

Esa miga en el teclado, círculo perfecto o mancha negra

Esa miga en el teclado, círculo perfecto según unos, mancha negra según Rafa Ferrándiz. Y, según Alberto Manguel:
Diminuto como una mota de polvo, el punto, ese mínimo picotazo de la pluma, esa miga en el teclado, es el olvidado legislador de nuestros sistemas de escritura. Sin él, las penas del joven Werther no tendrían fin y los viajes del Hobbit jamás se acabarían.

Su ausencia le permitió a James Joyce tejer el Finegans Wake en un círculo perfecto y su presencia hizo que Henri Michaux hablara de nuestro ser esencial como de un mero punto, “ese punto que la muerte devora”.
El punto corona la realización del pensamiento, proporciona la ilusión de un término, posee una cierta altanería que nace, como en Napoleón, de su minúsculo tamaño. Como un anónimo profesor inglés sugería en un olvidado tratado de gramática, un punto es ‘el signo de un sentido perfecto y de una oración perfecta’.”
ALBERTO MANGUEL: Elogio del punto, Suplemento Babelia, Pág 11, EL PAÍS, 29.7.2006
“El punto es una invención del Renacimiento, hasta entonces, para iniciar el final de una frase escrita se habían utilizado espacios en blanco, letras al margen o toda una combinación de signos tipográficos. Desde su aparición, la ausencia y la presencia de esta mínima mancha negra ha sido utilizada por los escritores – de James Joyce a Samuel Beckett- para crear efectos de lectura y orientar la interpretación de sus obras."
RAFAEL FERRÁNDIZ: acrílico papel 70 x 100 cm.

Alberto Manguel nació en 1948 en Buenos Aires es escritor, traductor y editor. Manguel trabajó en libros de no-ficción como El diccionario de lugares imaginarios (junto con Gianni Guadalupi)) y Historia de la lectura (1996), también novelas como Stevenson bajo las palmeras y ensayos como Nuevo elogio de la locura. Por más de 20 años editó una gran cantidad de antologías literarias de una gran variedad de temas.
Más información sobre Alberto Manguel en:
http://edrev.asu.edu/reviews/revs48.htm

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6.6.07

El viajero más lento

Charge of the Light Brigade. Painting by Richard Caton Woodville (1825-1855)


Es el viajero más lento que ha visto el mundo mundial. Desde luego, yo no conozco uno igual. Los libros le duran meses. Finalmente, acaban con los márgenes repletos de anotaciones, signos de exclamación, interrogantes y demás. Lo que para los demás es un tabú, emborronar los libros, para él es todo un placer.
Yo diría que es algo que no tiene absolutamente nada que ver con la erudición. Leerse un libro de un tirón – dice - es el placer de los comedores de patatas, los fast foods que presumen de leerse las novelas con la tele en celo, la pareja enchufada y los niños escalando los sofás y chupándose el dedo mientras devoran los dibujos animados. “El viajero” pretende ser una especie de Spencer Tracy. ¡Y hasta presume de tener una Catherine Hepburn!. Los otros, los fast foods no son más que unos Liberty Balance de que los que sacan y disparan tan rápido que no tienen tiempo ni de contar los muertos. No me va ese rollo – afirma - tranquilo. La lentitud no es una característica, un rasgo más del carácter. Es algo más que todo eso. Es entablar una relación de igual a igual con la vida.
Como en el sexo, en la literatura uno ha de descubrir el placer por sí mismo y luego paz y gloria – prosigue -. Conozco a muchos cautivos de sus propias convicciones. No te las atornillan en la frente como un vulgar affiche sencillamente porque no pueden, “porque les vence la cortesía”, aunque no por eso consigan ocultar sus intenciones. El viajero lo sabe, él los ha calado y, sea por pereza, o por aquello de no darle carnaza al respetable y no le despidan de la tertulia, no le echen de casa apenas acabada la cena, o no sea se quede inexplicablemente sin amigos, calla. Aunque no otorga.
El pequeño equipo musical Elta 1237 arranca con una de sus melodías preferidas, mientras el viajero más lento que conozco se afeita parsimoniosamente y escucha "My way", de Sinatra. Cae la tarde y se desvanecen el último chaparrón de mayo. Y el tiempo se queda suspendido en la atmósfera del salón, mientras yo me muerdo las uñas esperando, pues se hace peligrosamente tarde para llegar a tiempo al comienzo de la película.
Media legua, media legua, media legua más arriba”...
Y no me lo puedo creer
. Que me esté contando, precisamente ahora, la última vez que vio la peli que vamos a ver dentro de nada en el Maldá. Y todo eso, mientras yo no acabo de dar crédito a lo que veo: que tarde tanto tiempo en hacer y rehacer el nudo de su corbata, enunciando con su severa voz la carga de los lanceros hacia Balaklava.
La matanza de Chucoti quedó grabada en la mente de los lanceros del Vigesimoséptimo de la Brigada Ligera” – continuó, imperturbable, mientras comprobaba como le quedaba la chaqueta de lino-. ”Como una herida que jamás se cerraría. Entonces sucedió. Como caído del cielo, un resplandor plateado casi cegador, invadió la vasta llanura entre las colinas de Balaklava, y el galope de los lanceros del Vigesimoséptimo se expandió por la platea casi vacía. Los seiscientos cabalgan por el Valle de la Muerte.”
- Pues si me la cuentas, ya no hace falta que vayamos a verla – dije yo, cada vez más irritado, a menos de un instante de perder la compostura.
Para decirlo clara y llanamente, tanta lentitud llegó a exasperarme. Ahora entiendo que se quede sin amigos, recuerdo que pensé cuando me largué de su casa dando un portazo, mientras él seguía deleitándose en elegir una corbata que hiciera juego con la camisa, y ésta con el pantalón, mientras tarareaba New York New York. Por eso lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks.

Michael Curtiz: La carga de la Brigada Ligera (EEUU 1936) 116 minutos. Guión: Michael Jacoby & Rowland Leigh. Fotografía: Sol Polito (B&W). Música: Max Steiner. Reparto: Errol Flynn, Olivia de Havilland, Patric Knowles, Nigel Bruce, David Niven, Donald Crisp, Henry Stephenson.
Enrique Vila-Matas: El viajero más lento, Barcelona, Anagrama, 1992. Colección Argumentos 124.

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5.6.07

Bardinovi: ella ya no trabaja allí [Nihilismos]

Referencia literaria
"El lunes siguiente volví al trabajo, un poco a verlas venir. Sabía que mi jefe de sección había cogido vacaciones entre Navidad y Año Nuevo, supongo que para hacer esquí alpino. Tenía la impresión de que no habría nadie, que nadie me haría caso, y que me pasaría el día tecleando arbitrariamente en un teclado cualquiera. Desgraciadamente, a eso de las once y media, un tipo me identificó por los pelos. Se me presento como un nuevo superior jerárquico; no me apetece lo más mínimo dudar de su palabra. Parece más o menos al corriente de mis actividades, aunque de un modo bastante difuso. Además intenta entablar conversación, simpatizar; yo no me presto en absoluto a sus avances."
Extension du domaine de la lutte/Ampliación del campo de batalla. Michel Houellebecq, 1994.


Referencia gráfica

Referencia personal
Puesto que
1. ganarás el pan con el sudor de tu frente es de uso exclusivo para pringados
2. el acoso ya sobrepasa lo físico para invadir lo moral
3. hay gente que vive para trabajar porque no sabe amar
4. la zanahoria nunca se para quieta parada
5. quien de joven no trabaja de viejo se conserva mejor
6. hay políticos que cobran (sin trabajar) 3.000 €/mes para poder cotizar a la Seguridad Social
7. hay personas que para poder trabajar tienen que jugarse la vida
8. nubes oscuras acechan la jubilación
9. el despertador sigue sonando
10. ella ya no trabaja allí
No cabe duda que
más triste es trabajar
© BardinoviNihilismos 03.2
Publicado en www.Literatuya.com

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1.6.07

La ventaja de tener dieciséis años...


Marianín era otra cosa. Nos burlábamos de él pero todo era envidia cochina: las chicas se morían por sus huesos y, con Alberto, nos hacíamos siempre la misma ingenua pregunta: ¿Qué tendrá él que no tengamos nosotros? Y, acto seguido, nos pasábamos la tarde elaborando la lista. Guapo sí que era: era un chico encantador, de unos dieciséis años, delgado, de pelo negro y ojos castaños; de cara pálida y aniñada, y labios un tanto carnosos. Y también estaba ese flequillo.
Aunque lo de menos era el color de sus ojos, ya que su mirada destilaba seguridad. Y era eso lo que nos arrojaba al pozo de los leones. Esa seguridad en que, con un chasquido de sus dedos, todas caerían a sus pies.
El que mejor bailaba con mucho. Labia toda la que quieras y, además, les decía unas cosas a las tías que a nosotros nos daba la risa y que, sin embargo, a ellas... ¡Increíble! Les gustaba cantidad. Se lo creían todo, lo llamaban por teléfono a todas horas, se peleaban por estar con él en su cuarto cuando enfermaba. Un enigma total.
Jesús Mariano, también llamado Jesusín, Marianín para los amigos, en eso no había lugar a dudas, estaba tocado por la gracia divina. Para los demás (que se mueran los feos, cantaban los Sírex), existía el manual para tímidos y timoratos, que consistía básicamente - si separábamos la paja de lo verdaderamente sustancial - en que sucediera un milagro.
¡El manual de Marianín era otra cosa! Primero, enfatizaba Jesús Mariano, soltadles alguna cosa bonita, para empezar: cuando te vi, me gustaste enseguida. Y no mucho más tarde: tu cuerpo me sugiere ideas raras. Y nosotros nos defendíamos como buenamente podíamos:
- ¡Pero estás loco, tío! Cómo le voy a decir ESO.
Daba igual que fuera mentira, porque todo era mentira y un poco verdad. La ventaja de tener dieciséis años es que podías decir "te quiero" sin mentir. En el tocadiscos, Michel Polnareff cantaba La poupée qui fait non.

C’est une poupée qui fait non, non, non, non
Toute la journée elle fait non, non, non, non
Elle est, elle est tell’ment jolie
Que j’en rêve la nuit


Efectivamente, ellas eran tres jolies y siempre decían non, non.
Hasta que llegó el milagro. Ese día reventó el mundo. Tocó cerrar los ojos y perder la memoria. Y dejar los recuerdos para el futuro. Los recuerdos... Nunca sabremos si son algo que hemos tenido o que hemos perdido. O las dos cosas a la vez. Perder la noción del tiempo. Olvidar que era domingo. Condenar los lunes a cadena perpetua. Los lunes y los martes, pero también los miércoles, y así, todos los días de la semana. Pensar eso era como viajar dentro de una nube, rodeados como estábamos de una alambrada de penumbra salpicada de vasos sucios y ceniceros humeantes.
Ilustración: Affiche concert Polnareff à l'Olympia
ados.fr.musique
http://musique.ados.fr/Michel-Polnareff/photos/8833-affiche-concert-polnareff-a-l-olympia.html

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