25.4.09

Albert Espinosa: el canguro enmascarado


Con un desparpajo y naturalidad sorprendentes el gran Albert Espinosa (¡Vean su Web cuanto antes!) se convierte, por arte de magia, y nunca mejor dicho, en un canguro. No en el animal por todos conocido, sino en ese vigilante “jurado” que todos los colaboracionistas con la perpetuidad de la nuestra especie acuden siempre para, en el mejor de los casos, salir de farra. Espinosa no es lo podríamos llamar un canguro “profesional”, según advertimos con sólo verlo, con indumentaria desastrada, su actitud irónica y un tanto desdeñosa con el cliente. Un tanto viejo para esta profesión, sorprende desmarcado al respetable y, por supuesto, a la parte contratante -al dueño de la casa- marcándole el primer gol colocándole un balón de risa por la escuadra sólo empezar la función. Y lo hace “de rosca”, disparando de esta forma nada ortodoxa una comicidad que nos advierte y avisa de que lo vamos a pasar Bomba…
Quiero decir, érase una vez…
Érase una vez… Sí, porque “4 bailes” no es, afortunadamente, todo sea dicho, un musical, ni una perfomance a lo Carlos Santos (Dios tenga en su seno), sino un cuento, un hermoso cuento. Fábula para adultos, me dicen unos, aunque yo diría que un cuento puede convertirse, con un poco de magia, en una leyenda. En este caso, el todavía más difícil: convertir una historia aparentemente banal en una fábula escrita con la pluma de los ángeles querubines. Para ello, la unidad de acción se produce en un único decorado. Suficiente como para que la “realidad” del espacio, y los objetos que contiene, como miniaturizados, como una “casa de muñecas” en definitiva, resalte todavía más la tramoya de la fantasmagoría que nos viene encima. Nada menos que cuatro bailes, un polisémico y enigmático canguro-mago, un trío de payasos y…
El personaje Espinosa-canguro-sólo-vengo-a-cobrar es explosiva, desternillante y, ¿cómo no, después de lo dicho? sumamente eficaz. De aquí a un desarrollo armónicamente progresivo en el que los personajes van “creciendo”, es decir, cada vez que sabemos más de ellos crece la dimensión del personaje, sobre todo Patricia (Rebeca Comerma), quizás la más enigmática y sugerente. Y todo como si se tratara del reverso de la clásica matrioska, también llamada “muñeca rusa”, ya que esta historia no se encuentra hueca por dentro, como ya habrá adivinado de sobra el lector, sino que en cada nueva muñeca, como una miniatura preciosista y no exenta de intriga, hallamos un elemento más que “devuelve” progresivamente la memoria que los hermanos (los clientes de Espinosa, el canguro) tenían clausurada bajo llave para evitar, de esta forma, el dolor de su recuerdo.
Conducida de esta forma, la historia remonta hasta los límites de la emoción, la hace más redonda, más entrañable en definitiva. Y a pesar de eso, no hay tristeza, acaso una cierta melancolía en “4 bailes”. Y ahí debemos reconocer que Albert Espinosa, el canguro enmascarado, el pésimo escritor de cuentos, abre la caja de Pandora y nos conduce, entre baile y baile, entre la hilaridad y la emoción, como si de un maestro de ceremonias se tratara, a través de una bella historia que acabó envolviéndonos con su misterioso encanto. Sí señores, nos “encantó” -como diría el bueno de Julio Cortazar- en el sentido literal de la palabra. Y lo hicimos, dejarnos seducir por Patricia, la verdadera vive-cuentos de la obra, con la gravedad con lo que lo hacen los niños cuando escuchan los cuentos antes de dormirse...
Permítanme, pues, nuevamente: érase una vez un canguro…”
4 bailes: Tango, R&R, Merengue y vals
Dirección: Enrique Jasanada

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23.4.09

Ana María Dávila: "4 bailes" en la Villarroel


En Alemania se emocionó con ella, en Suiza se dejó cautivar, en México comenzó a enamorarse y en Venezuela tomó la decisión de hacerla suya. Ocho años después de haberla escrito como regalo para otra persona, y tras haberla visto estrenarse en formato de bolsillo en el Teatre Malic antes de su periplo internacional, el autor, actor y director Albert Espinosa recupera sus 4 bailes (Tango, Bolero, Rock & Roll y Vals) y los lleva a la Villarroel, a partir del día 19, con su compañía Los Pelones.
El montaje, escrito y ahora también protagonizado y dirigido por Espinosa, plantea la historia de un joven escritor que también hace de payaso y canguro de una niña "muy especial", mientras el hermano -encargado de cuidarla- asiste a clases de baile."Es una comedia agridulce y sentida que habla de gente que está haciendo trabajos supercreativos, pero que ya no recuerda por qué los hace. Es una historia que habla de la pérdida de la ilusión", explica.
Para su propuesta, Espinosa reconoce haber "copiado las mejores ideas" de los montajes de 4 bailes que se han hecho, hasta ahora, fuera de España. "En cada país ha sido diferente, porque cada uno ha resaltado cosas distintas". Con un elenco integrado también por los actores Rebeca Comerma, Andreu Rifé, Alex Casteleiro, Angel Roldán y Juanma Falcón, el montaje, se desarrolla en un único espacio, un moderno loft, donde viven los dos hermanos y donde Carlos (Albert Espinosa) ejerce su oficio de canguro.
Para el montaje, Espinosa ha contado con la ayuda de dos maestros, Joan Font, de Comediants, que ha asesorado a los payasos, y Joan Ollé, en el baile. Un mismo tema, Barquito chiquitito, musicado en cuatro claves diferentes -tango, bolero, rock y vals- marca el tempo de la obra. "Cada una de estas músicas corresponde a una etapa diferente de la vida. El tango representa los primeros años, de los 10 a los 20, porque como en él, cualquier cosa te marca; el rock es el ritmo trepidante que define la etapa de los 10 a los 20; y de los 20 a los 40, la vida es un bolero, porque nunca sabes cómo acabará. Finalmente, a partir de los 40, las cosas caminan a ritmo de vals: tres únicos pasos te pueden llevar muy lejos, a cambiar tu vida incluso".
4 bailes ofrece también la novedad de que en todas las funciones, exceptuando la de estreno, Espinosa invitará a los espectadores a una sesión de Teatre-Fòrum al término del espectáculo. "Serán 15 minutos, medidos por un gran cronómetro que habrá en escena, para que el público tenga la oportunidad de charlar con la compañía y hasta bailar con nosotros, si quiere".
Tras las representaciones de 4 bailes, Espinosa acumula muchos otros proyectos. Entre ellos, rodar Planta 5ª, continuación de 4ª Planta, el aplaudido filme de Antonio Mercero protagonizado por Juanjo Ballesta. Espinosa, autor del guión de ambas partes -y ahora también director de la segunda-, comenzará a rodar en junio en Fuerteventura, con los mismos actores de la primera."Queríamos esperar a que crecieran los chavales para rodar su historia fuera del hospital", explica.
En noviembre estará también en el Teatre Lliure con una nueva obra que significará un "cambio de estilo" en su trabajo. Y por si fuera poco, le ha quedado tiempo para firmar los guiones de dos nuevos proyectos cinematográficos: Herois, que dirigirá Pau Freixes, y Craks, una película de animación sobre "una pelota que habla", que firma Enric Folch.
El mundo.es, Jueves 12.3.09
Ana María Dávila: Albert Espinosa, al ritmo de'4 bailes' en la Villarroel
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/12/barcelona/1236844000.html

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19.4.09

4 bailes, d’Albert Espinosa



MORSA DICE RECOMIENDA EFUSIVAMENTE:
4 Bailes (Tango, Bolero, Rock & Roll, Vals)
Autor y director: Albert Espinosa
La Villarroel teatro, Villarroel, 87 934511234
Barcelona
De 22 a 26 €
Estreno la obra 4 bailes (Tango, bolero, rock and roll y vals) en el teatro La Villarroel de Barcelona, desde el día 14 de marzo de 2008.
Está interpretada por la compañía los pelones y escrita y dirigida por mi. Además tengo la suerte de poder hacer el papel de canguro.
Espero ansioso que la podáis ver! Más información en
www.4bailes.lavillarroel.cat
Siento no poder escribir más a menudo, pero ahora ando liado con los 4 bailes en la Villarroel de Barcelona. Una historia que me encanta y que escribí hace años y ahora interpreto con la compañía Los Pelones!!
Si queréis verla, tenéis mas información en
www.4bailes.lavillarroel.cat y si queréis descuentos para cualquier día de hasta el 50 % en bailes4@hotmail.com
besos a repartir!!
albert espinosa

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18.4.09

Portrait

Prefiero un autorretrato que un viaje. Afirmación impopular donde las haya, en estos tiempos en que los viajes, la lectura fácil y el aspecto físico, disfrazado del culto a lo saludable, es lo más plus, todo ello al toque de campanas del eterno tópico “mens sana in corpore sano”. Es con lo que flipa al respetable, no le demos más vueltas.
Lo que quiere decir, entre otras cosas, que es más que probable que nunca vaya a New York, porque entre el jodido JET LAG y la amenaza, más que probable, de un paseo interminable (patear le llaman ellos, como si de un partido de rugby se tratara) por la Fifth Avenue, con parada en todos los escaparates y una buena sobredosis de shopping y Fash Food, prefiero echarme en el sofá y poner el vídeo de “Manhattan”, es un decir, y escuchar a Gershwin mientras contemplo el río Hudson sin apretujones ni los pies hinchados a causa de tanto “paseíto”.
Quedamos pocos parásitos “conscientes”. El resto de los "no viajantes” andan por ahí con otras justificaciones más sólidas, sino ilustres: sobrecarga de trabajo, medidas anticrisis, familiares a los que cuidar, cinefilia o donjuanismo “ad hoc”, y un buen número de "adopciones". Cualquiera de las "sabias" combinaciones que usted elija da un juego que te cagas. En fin, digámoslo de una vez: actividades todas ellas muy respetables pero, si me permiten, dignas de mejor causa. Por supuesto, la tertulia del café ha sido desterrada por el yoga, las clases de inglés, la Fórmula I o el shopping.
Pero, díganme... Sí, díganme: qué mejor “karma”, qué mejor meditación, qué más excitante e interminable viaje que el que hace uno al interior de uno mismo. No lo digo yo, ahí no me pillan. Lo dice, nada más y nada menos, que el maestro Louis Ferdinand Céline (una lectura nada fácil, aviso, que nadie se “precipite” por favor, la caída puede ser grave), cuando dice que: “Viajar es útil, hace trabajar la imaginación. El resto no son sino decepciones y fatigas. Nuestro viaje es por entero imaginario. A eso debe su fuerza. Va de la vida a la muerte. Hombres, animales, ciudades y cosas, todo es imaginario. Es una novela, una simple historia ficticia. Y además, todo el mundo puede hacer igual. Basta con cerrar los ojos. Está al otro lado de la vida.”

Y todo esto a cuento de la exposición, en la Nacional Portrait Gallery de Washington City, hasta el 16 de agosto, de 75 autorretratos del siglo XX, de cuyo “evento” el corresponsal de “La Vanguardia” Alan Jiménez dice lo siguiente: “El arte del autorretrato se presenta como uno de los ejercicios artísticos más complejos que existen, a pesar de su aparente simplicidad. En él, el artista debe enfrentarse a su yo interior y tratar de entender su propia identidad para revelársela directamente al espectador.”
Pues si él lo dice… No crean, tampoco es que me convenza demasiado tanta instrospección. Es que escribiendo y escribiendo, me he liado un poco. Lo que yo quería decir es… Bueno, ¡diablos!, qué importa lo que yo quería decir… Bien, insisto, tampoco es que me crea todo lo que dicen por ahí. Por fiarme, no me fío ni de mi sombra, como suele decirse. Y ya puestos a repetir tonterías, a desvariar, déjeme que les cuente el lema, la sentencia que reza en ese tablón que permanece, ya un tanto amarillento, en la pared del bar donde desayuno cada día: “El que fía hoy no ha venido y el que está aquí no fía.” Pues eso mismo. Así vamos… Castigado otra noche en la oficina.
Autorretrato, de Edgard Hopper
Noche en la oficina, de Edgard Hooper
Nacional Portrait Gallery. Washington
Hasta el 16 de agosto de 2009

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16.4.09

¿Eres tú John Wayne? (y II)


“¿Eres tú John Wayne?” Esa es la pregunta que esperó inútilmente que le hicieran de niño. Ni siquiera le salvó del naufragio la penitencia de haber nacido el año de la famosa huelga de los tranvías y, por si quedaban dudas, en el seno de una familia más pobre que las ratas. Una familia pobre, sin el orgullo del derrotado ni la habilidad del buscavidas. Una familia de “productores”, como los llamaba entonces el franquismo, que derrochó ímprobos esfuerzos para combatir el escarnio de su condición fortificándose en una desmesurada obsesión por la reclusión cultural y el frágil mundo de las apariencias. Mientras su padre tiraba la casa por la ventana para lucir su SEAT seiscientos, el que nunca sería John Wayne acudía al colegio con unas harapientas zapatillas y unos pantalones zurcidos con los restos de una cortina vieja, lo que provocaba, no hace falta decirlo, la burla y mofa de sus compañeros de clase y alguna que otra pregunta insidiosa de la profesora de turno. De ahí al diván, sólo era cuestión de tiempo.
Nada bueno podía esperarse, o como dicen por ahí, “el que mal empieza mal acaba”. Así que se convirtió en “escritor” a los 17 años, única actividad terapéutica en la sólo tenía que gastar en papel y boli. Armado primero de una libreta y más tarde de una máquina de escribir Underwood, llegó al ordenador hecho unos zorros, consciente de que esta balsa (la escritura) era tan precaria como la que utilizaron el profesor Otto Lidenbrock y sus compañeros en su fantástico “Viaje al centro de la Tierra”. Así pues, se dijo, este recorrido es algo más que la metáfora de la huida hacia delante o, lo que no es lo mismo pero tampoco tan distinto, al útero de sus ancestros más remotos. Era, también, y sobre todo, una forma de esconderse lo más lejos posible del mundanal ruido.
En este breve tránsito perdió más oportunidades y amigos que Rasputín. Agotadas ya las coartadas para tanto fracaso, procura engañar, sin mucho éxito, todo hay que decirlo, a los más ingenuos plagiando al poeta Fernando Pessoa, otro que tal, soltándoles su rollo habitual: “Hay metáforas que son más reales que la gente que anda por la calle. Hay imágenes en los escondrijos de los libros que viven más nítidamente que muchos hombres y mujeres. Hay frases literarias que tienen una individualidad absolutamente humana."
Licenciado en Hispánicas, funcionario por aquello de los garbanzos, partícipe de las siguientes “pandillas” literarias: “Grupo de Poesía 72”, junto, entre otros, a Pere Marcilla y Joan Estruch. “Muerte de Narciso”, junto a Pere Marcilla y Genis Cano (ya fallecidos), Eduardo Cortavitarte, Paco Gallardo y Xavier Sabater. “Fulano de Tal”, junto a Melvidius, Gato, Pino, Susa y Lluis. A este último, le perdió el rastro después de que intentara incendiar la finca de sus suegros siendo detenido por las fuerzas y cuerpos del Estado. Y, finalmente, “Carn d’Olla”, junto a Bardinovi y Manel Muntada.
A pesar de los pesares y como, además de lo dicho, es un capullo infatigable y nada consecuente consigo mismo, consiguió, a base de trucos y mentiras, publicar dos libros que casi nadie ha leído: “Casi el olvido” (relatos, 1991) y “Yo soy la morsa” (novela, 1997). Y amenaza con un tercero, otra vez de relatos, y que esta vez sí que puede ser letal. titulado “Nada personal”.
Morsa dice…, Club Cronopios, Arturo Montfort
http://www.morsadice.com/index.php?option=com_content&view=section&layout=blog&id=12&Itemid=64

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5.4.09

Dádiva: Esencia


Cuando el palacio de la noche
encienda su hermosura
pulsaremos los espejos
hasta que nuestros rostros canten como ídolos
Alejandra Pizarnik
Fotografía: Rosa Mora
Flickr: galería de dàdiva
http://www.flickr.com/photos/dadiva/3410031532/

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4.4.09

Los griegos


"Mueren los lugares donde fuimos felices, como dijo Julio Ramón Ribeyro, pero sobre todo somos nosotros los que ya dejamos de ser los mismos.
Los griegos, que sabían que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, no creían en el regreso. Ulises no regresa para quedarse sino para volver a zarpar, porque si nos vamos es para no volver más que como extraños al lugar de donde partimos.
En la realidad, mal que nos pese, no existen tangos de Gardel en los que veinte años no son nada. El tango, romántico y melancólico, lo continúa la historia. Las historias de los que, como Laura Alcoba o Cristina Rota, sobrevivieron al horror y encontraron las palabras para contarlo."
Laura Herrero: El lugar del recuerdo, La Vanguardia, Cultura/s, 4.3.2009, comentario a dos libros:
Laura Alcoba: La casa de los conejos, Edhasa
Cristina Rota: Diré que te recuerdo, Espasa Calpe

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