30.3.08

Los sábados

Los sábados me gustan. Te limpian las telarañas de la semana y queda lejos todavía la hipotética melancolía del domingo por la tarde. Momento equidistante donde los haya, en el que hago las paces con el vacío estelar. Con la vana esperanza, quizás, de que hallan otras vidas además de ésta, a pesar de que ni siquiera la luz de las estrellas sea, como casi todo el mundo sabe, una garantía de su permanencia.
Momento de excelencia agnóstica, en el que me sacudo el polvo inútil de los sueños mientras las nubes, más allá de la ventana, parecen jirones grises huyendo del azul nocturno. Escucho música (Delibes, por ejemplo), escribo y, a ratos, tiendo mi mirada al sol, no para que se seque sino, todo lo contrario: para que se empape del sol (si lo hay) o de esa franja blanquecina que riza la punta de los edificios que lindan con el mar.
Y ventilo la casa de malos espíritus. Y puede que, más tarde, hasta me dé tiempo para ayudar a la vecina a colocar un fluorescente nuevo en rellano de la escalera. E incluso soy capaz de apañar un vermutillo con el Nubo y la Julia, en el parque próximo a su casa.
Y a ti, entretanto, voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas que duermen en la lluvia de tu ausencia. Además te quiero y hace tiempo y frío.
Y a veces tengo la extraña impresión de haber vivido contigo cosas recientes, y cuando, intrigado, hago repaso de las fechas y caigo en la cuenta de que las hice sólo, que tú todavía no estabas, mi desconcierto es tal que sólo puedo combatirlo escuchando alguna canción de Sinatra. "I've Got You Under My Skin", por ejemplo.
Texto: Arturo Montfort
Fotografía: Nubes, de Carolina Alfaro
Descripción: fotografía con tratamiento digital, texturas y saturación de color
Galería Goya
http://www.galeriagoya.com/php/modules.php?op=modload&name=My_eGallery&file=index&do=showpic&pid=89&orderby=dateD

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25.3.08

Arcadio Urpí: Plenitud


Paseo por los jardines del lenguaje
buscando un ramillete de palabras.
Más que palabras, busco cómplices
que penetren en tu piel como el sol en el horizonte
que deambulen por tus sentidos
como una bandada de atolondrados gorriones
acomodándose en un roble tras el ocaso,
picoteando sensaciones indiscriminadamente,
inventando sabores, aromas, caricias, pasiones
brisas nunca antes olidas,
mares y satélites insospechados,
viajes que nadie osó planear jamás.
Busco un ramillete de palabras
en los frondosos jardines del lenguaje:
palabras de primorosos pétalos
que te reconforten si estás triste
que te arranquen un suspiroque te ofrezcan compañía
y te hagan reír y ser feliz.
Paseo por los jardines del lenguaje
buscando un ramillete de palabras
que dibujen mis sentimientos:
si el paseo es fértil,
le pediré a mi amigo el viento
que te cante con ellas una bonita canción.
El autor dice: Este poema tiene casi 10 años, forma parte de un trabajo inédito llamado LATIDOS, EPIGRAMORES Y ALGÚN POEMA, que espero poder editar pronto.
El recuerdo más intenso que guardo es que, para hacer la metáfora de los gorriones dediqué una tarde y toda la noche siguiente. Toda la noche para poder transformar una idea en dos versos. Fue magnífico.
Siempre he intentado que en mi poesía primara, sobre todo, el ritmo y las imágenes; en este poema hay algunas imágenes que me gustan, me gustan y me gustan.
Si a vosotros no os interesa lo más mínimo, por favor, quemadlo con cariño.
Por cierto, este es un poema de Amor. Concierne a la plenitud (seducción, amor, plenitud y nostalgia son las cuatro fases en que divido el enamoramiento), pero con el tiempo creo que también refleja un buen concepto de la Amistad.
Texto: Arcadio Urpí
Fotografía: sangeeth
CIR – My Love
les plus simples

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24.3.08

FuLano de Tal: Ficciones de emergencia


Y, así, muchas veces, escribo sin querer pensar,
en un devaneo exterior,
dejando que las palabras me hagan fiestas,
niño pequeño en su regazo.
Pessoa.


Es cierto, literatura y azar pasean por los inmensos paisajes de la mente buscando esos encuentros fortuitos que tanto provocaban Tzara, Breton y sus respectivos contertulios y que tanto jugaban la Maga y Oliveira en un laberinto de capítulos.
Es cierto, crear una ficción es crear un mundo: inmenso, minúsculo, simple, complejo, profundo, ridículo: hay un mundo posible para cada adjetivo, pero todos están en la literatura y la literatura está en la mente.
Es cierto, somos capaces de imaginar.


Claro que creo en la inspiración, pero que me encuentre trabajando
Pablo Picasso


Ficciones de Emergencia



La literatura es una necesidad. Hagamos nuestras necesidades
Chesterton


Inicio, trama, nudo y desenlace.
Cada uno imaginamos el inicio de una historia que dejaremos cortada en el punto que creamos necesario para estimular el ingenio y los recursos del siguiente participante (es decir, putearlo). De este modo, traspasaremos un inicio y recibiremos un inicio que debemos proseguir, y así sucesivamente con la trama, el nudo y el desenlace final.
Como quien dice, en un suspiro habremos participado en cuatro narraciones distintas en las cuales deberemos solucionar el reto que nos llega y plantear el que vamos a traspasar y para colmo, finalizar una historia de la cual no sabemos absolutamente nada.
Carajillo de narración automática y ganas de complicarle la vida al prójimo, sobretodo si el prójimo es contertulio de FulanoDeTal, capaz de soportarlo todo a cambio de poder palabrear un rato.


Diré mejor: me gusta palabrear
Pessoa. Livro



Es cierto.
Texto: FuLano De Tal
Ilustración: Pablo Blanes Nº 10253
http://www.andaluciaimagen.com/foto-Digital-Art-_10253I0IA0.htm

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20.3.08

Estación de tránsito

Recorro la calle de los días y reconozco que a veces temo que me ocurra lo que a Pessoa con su calle de los Doradores, cuando pensaba – y se lamentaba - que nunca saldría de esa calle. Que sólo por el mecho de escribirlo, ese tiempo le parecía entonces una eternidad.
Yo me temo algo todavía peor: que, lo escriba o no, me pase lo que a él. Y por eso mismo, cuando recorro esta otra calle, la de los días, esos mismos días que a los catorce o dieciséis años son interminables y que, sin embargo, pasados los cincuenta ya no son nada, una espuma. Y es en ese preciso momento cuando presiento, como algo real, que el paso del tiempo es definitivo y que una vez has llegado hasta donde has llegado ya no hay vuelta atrás.
Y de esta manera tan simple, con este tipo de reflexiones tan poco profundas, tengo bastante para casi tocar la primavera con la yema de mis ojos. Como tantas otras veces antes que ahora, mientras decido si bufanda sí o bufanda no, abrigándome y desabrigándome de la mañana a la noche, y viceversa.
Su aspecto - el de la primavera - no es envidiable que digamos. Viste nubes grises, botines de invierno y le asoman los faldones de una camisa de franela por el pantalón, que es como decir, sus vergüenzas de esta comparecencia con carácteres de ni chicha ni limoná. Por las mañanas sus pupilas madrugan y enrojecen entre los coágulos rojos del cielo. Y como voy a una velocidad de tortuga, no por menos cumplidor, sino porque entre los coches aparcados, armazón infranqueable que ríete de la línea Maginot, los ciclistas de este entrañable invento del bicing invadiendo las aceras y dándote algún que otro susto de muerte, los motoristas saltándose los semáforos en rojo y los peatones avanzando en formación, como los romanos por la Vía Apia, todos en general y sin demasiadas excepciones, con sus miradas inexpresivas, sus prisas y fumando como carreteros aprovechando que han salido de tal lugar o están a punto de entrar en aquel otro.
Con este cuadro, para desanimar al más optimista, a uno le cuesta llegar a algún sitio razonable. A estas alturas del siglo, que ya parece más viejo de lo que en realidad es, prefiero la caricia de la distancia, las escaleras sin cielo y el tiempo sin besuqueos. Porque ahora ya sé que ni los dioses me devolverán lo que era mío, ni cruzaré esas calles prohibidas que tan jovialmente prometí recorrer. Al fin y al cabo, ya son las siete de la tarde, la hora más cobarde y en la que la tristeza tiene un sabor a almendras amargas y a estación de tránsito.
Texto: Arturo Montfort
Fotografía de Marcelo Aurelio: Tren
8 de Noviembre de 2004
NOCTURAMA FOTOBLOG
h
ttp://www.arte-redes.com/nocturama/?p=166

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19.3.08

Daniel Cantero: R. L. K. Vasaris (LAIMA)

Cuando el sol ilumine
Estas voces oscuras
-el astrolabio solar
en la cubierta del Génesis-
Y esplenda
El alfabeto del sol
A bandazos en la iguana de la pirámide
En el palo seco de Egipto
Cuando el sol ilumine
Y el arcón se desvanezca
En tu opio dorado
Mujer de Providence
Porque no hay alianza
Capaz de contenerte
Cuando voy de rama en rama
Por tu espesura
Oh no mujer lituana
Si soy un obrero del sol
Si apenas no lluevo de colores
Nada más desato el viento de la veleta
El noble el divertido viento fisgón

Cuando el sol ilumine
Y haya luz en la comarca
¿Imaginas el arca para salvarnos?
¿Su raigambre su locura?
Fotografía de Marcelo Aurelio: Danza
NOCTURAMA FOTOBLOG
24 de Enero de 2006
http://www.arte-redes.com/nocturama/?p=566

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Arcadio Urpí: Portugal


"Faço paisagens com o que sinto"
(Hago paisajes con lo que siento)
Fernando Pessoa: Livro do desassossego

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16.3.08

Viaje de bodas


Quedaban todavía dos Gauloises largos en el paquete y anochecía en aquel pequeño hotel próximo a París. Una muchacha de modales masculinos y pocas palabras les servía la cena, aunque ellos tampoco hablaron demasiado, quizás por la fatiga del largo viaje en ese Renault al que todos llamaban amistosamente cuatro latas. Habían partido de Barcelona a las seis de la mañana. Esther se tomó un gelocatil, como casi siempre, porque se había levantado "con una espesa nube en la cabeza" y él entonces tuvo la ocurrencia de recordar aquel anuncio de la infancia: "A las siete, la tableta Okal es sin duda el buen remedio que tiene todo mortal." Porque a veces, meditó, el presente produce tanto dolor que uno busca un refugio en la dirección que sea; aunque de eso al olvido ya sea mucho pedir, concluyó, mientras sorbía el plato se sopa todavía caliente.

Sobre la mesa, pegada a la pared de la habitación, un mechero amarillo, las llaves del coche, un tubo de crema para las manos, el paquete de Gauloises, una Guía de París, un trozo de nube, un rayo cruzando la estancia, unos intestinos reventados y un charco de sangre en el pavimento mojado. Y, más allá, Esther mirándole, sus ojos llenos de odio. Pero ella, en realidad, seguía durmiendo plácidamente mientras el desamparo de él encharcaba sus pupilas. Miró las tijeras sobre la mesa, las maletas en el suelo, la lamparita encendida que daba un tono amarillento a la habitación, tan parecido, sino exacto a la que ocuparon en el viaje de bodas, hacía de eso muchos años. El sillón en la esquina, con la americana, la bufanda y el jersey, en orden y bien doblados, y, tras las gruesas cortinas, la ventana, una ventana de quinto piso, no del primero como la anterior ocasión. "Quizás todo haya sido una ilusión", deseó, percibiendo el amargo sabor de saber que en ocasiones, y aquella era una de ellas, el deseo no es principio de un comienzo sino el principio del fin. Y todo eso, mientras permanecía allí de pie, mirando cómo la lluvia empezaba a caer sobre la calle. Una ventana que se abrió fácilmente, la espesa noche agazapada ahí fuera, como esperándole, un sillón muy útil para encaramarse, primero el pie derecho y luego el izquierdo, para alcanzar el dintel de la ventana, en este viaje que siempre se hace solo y sin equipaje, temiendo, no obstante, aunque aterrorizado sería la palabra, que irse tan lejos no fuera suficiente para dejar de ser él mismo y convertirse en otro.

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15.3.08

FuLano de Tal: Mensaje en una botella


Todo acto es un disparo de revólver cerebral.
El gesto insignificante o el movimiento decisivo son ataques
(abro el abanico de nocauts para la destilación
del aire que nos separa) y con las palabras
depositadas en el papel entro,
solemnemente, hacia mí mismo.
TristanTzara
Es cierto. “¿Cuándo zarpamos hacia la dicha?, dijo Baudelaire, invitándonos a la aventura, a su devenir azaroso pero también - y sobre todo - a la magia y esperanza del encuentro… Del descubrimiento. ¿Cuándo zarpamos en busca de lo nuevo? propuso entonces Gato, midiendo cada palabra como el náufrago mide la distancia desde su islote hasta el horizonte.
¿Por qué no zarpamos? dijo, si al fin y al cabo ya somos náufragos. Poco o nada vamos a perder si zozobra el navío. ¿Acaso no hemos sobrevivido a mil batallas?. Y ya puestos, por qué esperar a que la fortuna decida, si podemos hacerlo nosotros, si ahora tenemos tiempo, todo el tiempo del mundo, para lanzar nuestro mensaje en la botella a las mansas aguas de los días. ¿Por qué esperar? insistió Gato, mientras fumaba y sorbía su Coca-Cola bien fresquita. Hagamos caso a Virginia Woolf: “Siempre hay que hacer algo a continuación. El martes sigue al lunes. El miércoles al martes. Cada día emite las mismas ondas. El ser engorda en círculo, como los troncos de los árboles. Como en los árboles, caen las hojas.”

Es cierto, somos capaces de navegar.

"Por lo que fue interesante y digno
de vivirse el primer tiempo de los tiempos
es porque fue nuevo. Si hubiera sido antiguo
no hubiera podido comenzar la vida,
no hubiera tenido la curiosidad de su primer arranque.
Lo nuevo, en su pureza inicial,
en su sorpresa de rasgadura del cielo
y del tiempo es para mí esencia de vida."
Gómez de la Serna


Mensaje en una botella
Ármese de valor y busque en las tiendas de baratillo, de regalos o en donde le dicte su buen sentido, una botella, de dimensiones más bien reducidas. Lo suficiente pequeña para que pueda pasar desapercibida por los cazadores de tesoros y los pescadores de truchas pero no tanto como para que no quepa en su interior un papelito. Un papelito con un mensaje escrito para que navegue en las mansas (o turbulentas) aguas de los días, precisamente en ese devenir del tiempo en el que usted a menudo siente la poderosa sensación del naufragio.
Reflexione unos instantes (o un buen rato, ¡tómese su tiempo!) sobre aquella frase, leída, escuchada o inventada que alguna vez le llegó, como un dardo, al centro mismo de su corazón. Por ejemplo Gato elegiría ésta (de su querido y admirado Oscar Wilde): "El supremo vicio es la limitación del espíritu."
Escriba la frase en un papel. Esmérese en escribir con letra pequeña, lo suficiente para que el papel también lo sea y, en definitiva, quepa dentro de la botella.
De las botellas, queremos decir, porque usted habrá tenido buen cuidado en comprar tantas botellas como personas que merezcan su confianza y apego y que serán las destinatarias y cómplices de su ofrenda. Y cuando, entrada la noche, se reúnan, entrégueles el Mensaje en una botella.
Piense que acciones como ésta harán que la suerte esté de su lado. Que, en definitiva, cualquiera de sus “cómplices” puede leer el mensaje en el momento más oportuno y necesario y acudir, sin pensárselo dos veces, en su ayuda. Al fin y al cabo, ¿qué es la distancia, si usted sabe tan bien como nosotros que las distancias más difíciles de salvar son las interiores?
Y cuando eso ocurra comprobará con satisfacción que nunca estamos tan solos como a veces pensamos.
Es cierto. Compruébelo.

Nunca se puede decir todo,
de cuerdo, pero yo quería decir lo máximo.
Michel Leiris

Ilustración:
Terry Chan: soft-drink
http://www.shutterstock.es/pic-6829939-soft-drink.html

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13.3.08

FuLano de Tal: Orquesta de sombras


La mano aprende por su cuenta si se la deja,
y entonces en una de esas agarra el aparato
y cuando te das cuenta tenés
a las señoritas de Avignon en mucho mejor,
hay que darle su chance al azar
y a la paciencia, no te parece.
Julio Cortazar

Es cierto, la mano aprende por su cuenta y cuando menos te lo esperas te encuentras en un altillo lleno de humo y palabras revoloteando por su cuenta y cuando nos damos cuenta ahí estamos todos, ciegos de risa, luchando por atraparlas, así, en plena libertad. Y el humo de todos y, particularmente, el whisky de Pino, no son meros aditamentos, porque como ya nos dijo Gómez de la Serna (en una de sus imaginarias visitas, a modo de fantasma-cronopio): “Fumad mientras miráis al público por encima de las gafas de la música.
Es cierto, en esto consiste el juego, cuando cada casilla del tablero es una palabra y cada palabra rellena un vacío, y en la exclusiva relación entre cada una de ellas con la siguiente, y viceversa, nace un nuevo mundo creado a partir de un azar tan necesario como el aire que respiramos. Poesía, al fin y al cabo.
Es cierto, somos capaces de imaginar.

El puente no suprime la distancia:
es una mediación; tampoco anula diferencias:
establece una relación de términos distintos."
Octavio Paz.

Orquesta de Sombras
Elija usted un momento propicio, en el que, a ser posible el mundo visible se haya desvanecido en grado suficiente como para que pueda vislumbrar, al menos, el mundo aparentemente ajeno que acecha desde las sombras.
Procúrese una superficie plana, por ejemplo, una mesa. Y unas tijeras, un tubo de pegamento, un sobre, un par de folios y algún periódico, del día o atrasado, da lo mismo. Hágalo con atención y sin prisas. Recuerde: el tiempo es tan flexible como usted lo desee.
Acto seguido, recorte aquellas palabras que más le llamen la atención, sea por su tipografía, su textura, su posición en la página, su tamaño, su significado, su significante, etcétera. No intente predecir el futuro. Manténgase lo más distante posible. No le preocupe encandilarse en ese preciso momento por Big Hill Broonzy cantando Get Back. Al contrario, déle las gracias al de los discos por la elección.
Una vez tenga un número suficiente de palabras, aparte los utensilios, periódico, pegamento, folios y, tijeras y contemple un buen rato el grupo de palabras que tiene sobre la mesa. No lo dude, va bien encaminado.
En tan buena disposición, percibirá sin duda que las palabras elegidas y luego recortadas empiezan a moverse. No, no son imaginaciones suyas. O puede que sí. Todo es posible. Pero llegados aquí, eso ya da igual, porque… ¿A que sí? ¿A que empiezan a moverse, a buscarse unas a otras, como en un romance de callejuelas oscuras y besos furtivos?
No sea rácano, pues. Écheles una mano, y nunca mejor dicho: junte ésta con aquella y la una con la otra.
Comprobará entonces que nunca es demasiado tarde para ser feliz, que las palabras van formando una frase, dos, tres… Y que, sorprendentemente, desde lo particular a lo general, el “texto” que usted ha “encontrado” tiene sentido, mucho más, ¿no es cierto?, que toda la palabrería inútil que ha estado soportando durante la larga jornada. Y mucho más que eso, quizá hasta pueda escuchar el cruce mágico de Big Hill Broonzy con esa musiquilla que desprenden las palabras que usted ha elegido y que, de tanto moverse, ya parece que empiecen a bailar y a tocar sus instrumentos, aquel verbo va de trombón de varas, y ese adverbio tan oportuno suena a una trompeta, y comprobará también que ese pobre adjetivo al que, confesémoslo, le ha costado un poco encontrarle pareja, ya esta rasgando la guitarra de un sustantivo, y así, sin más, se encontrará con el desenlace final, con una auténtica Orquesta de sombras.
Y como colofón, pegue cuidadosamente las palabras en un folio en blanco, en el orden y secuencia que ellas mismas – con su valiosa ayuda, quede claro – han elegido. Y una vez finalizada la operación, introduzca la Orquesta entera en el sobre y remítala a un amigo o amiga. Seguro que se lo merece.

A la luz del sol, continúa siendo normal el mundo visible.
El ajeno nos acecha desde la sombra."
Pessoa

Es cierto. No lo dude.

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12.3.08

Tranis 08: Feliz Primavera



Rostro
Feliz Primavera
manuel tranis

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9.3.08

Aeropuerto 98


Ella sonrió. Era evidente que no reconociéndome todavía, aunque acercándose veloz como un cometa, distinguiendo al amigo del enemigo. Una de esas sonrisas que anteceden a unos ojos que piden ayuda.
- Sé que debería reconocerte al instante pero ahora mismo...
Además, en un aeropuerto, parece que los rostros se emborronen y sean más difíciles de identificar que en una estación ferroviaria, por poner un ejemplo similar. Un aeropuerto – pensé – es una estación de tren a la deriva.
Me abrazó efusivamente y exclamamos nuestros nombres, aunque ambos sonaron – de eso me di cuenta bastante después – como si lo pronunciaran personas extrañas. Enseguida, las frases se cruzaron, se sumaron unas a otras como viajeros en un tren, preguntas cada vez más cautelosas a medida en que el puzzle de los recuerdos se recompone y acecha. Su marido estaba canjeando los billetes. Partían enseguida hacia París. Ni tiempo para un café. El déjà vu fue inevitable, así que pensé: como siempre, después de todo. Por eso mismo, y aunque ella ya no fumaba, conseguí que saliéramos un momento para matar un cigarrillo. Lo necesitaba.
- Ahora mismo no sé que decir – fueron sus primeras palabras.
- El clásico desconcierto- repuse yo, quizás para ocultar mi propio nerviosismo. Fue en ese preciso momento cuando descubrí que iba decirle lo que había callado durante años.
- No, no es eso. Es que…
- Que tu marido está al caer. Que nuestra historia no se sostiene ni por la base, ni por la altura partido por dos, y que he necesitado veinte años para decírtelo.
- ¿De qué mes estás hablando? – repuso con firmeza. Me asombró su capacidad para mantenerse del otro lado, del suyo, su mundo-misterio.
- Aunque unos cuantos menos que en darme cuenta de que sido tu refugio predilecto. ¿Cómo podríamos mejorarlo? ¿Existen las musas masculinas? ¿O es peor todavía? ¿Un juguete, quizás? – Y lo dije de corrido, sin pensar, como si repitiera de memoria lo que había pensado hasta la saciedad, sabiendo, sin embargo, que el cuchillo era afilado y, confesémoslo de una vez, esperando que sangrase.
Ni yo mismo podía creerme que en unos segundos hubiera sido capaz de resumir y finiquitar una esperanza. Ella no esperaba esto, era evidente. Una va al aeropuerto y no espera que la acusen de atracar Ford-Nox.
Me miró con esos ojos de hechicera que tanto habían dado que hablar a mis particulares obsesiones y guardó un breve silencio, casi religioso.
- Eres injusto conmigo, ¿lo sabes?
- ¿Por qué no respondiste a ninguna de mis cartas?
- No puedo explicártelo ahora mismo, pero te aseguro que lo comprenderías si tuviera un poco más de tiempo para hacerlo – repuso – aunque no le di tiempo para proseguir con sus misterios.
- De acuerdo. Okey. He sido un gran chico. Me he prestado amablemente a tus fantasías. Y tú me has utilizado, sin mayores escrúpulos. Quizás no desde el principio pero sí desde algún momento- precisé, un tanto cansado de aquella conversación - ¿Podrías decirme, al menos, cuándo fue ese momento? Me ayudaría a soportarlo mejor. Fui cruel a sabiendas.
En mi mente los recuerdos ya apenas contenían secretos de importancia. Pero había uno que predominaba sobre cualquier otro. Recordé su rostro, no el que tenía ante mí, sino el construido con recortes cobardes del pasado. Pero no hubo forma de proseguir. Ella se encontraba incómoda, eso era evidente. Me arrastró hasta el interior del aeropuerto y allí nos encontramos con su marido, que se hallaba deambulando por la amplia sala con los billetes en la mano. Cuando me vio, su mirada se tornó fulminante. Y pensé, no sin cierta satisfacción, “Vaya, vaya... ¿Así pues, todo no es tan bonito como predicamos, después de todo?”
El avión despegó y me quedé en el bar. Un whisky quizás no bastara pero estaba bien para empezar.
Ya en el taxi, de vuelta a casa, empezó a invadirme la desagradable sensación de que había cerrado una puerta y a que a las primeras de cambio, se había abierto otra, donde entraba hasta el sutnami. Y sensación por sensación, de que algunas cosas, aparentemente muy lejanas, se estaban colando otra vez por el agujero de esa puerta.
En realidad, el encuentro había sido todo menos algo real. De eso no tenía duda alguna. ¿Por qué, entonces, esos duendes bailaban en el corazón mismo del sutnami. Y, llegado a este punto, no pude menos que abrigar la desagradable sospecha de que ni la filosofía zen ni mil tardes en el cine podrían evitar esta nueva catástrofe. Pero seguía diciéndome a mí mismo, para distraerme de tanta confusión pero, en realidad, como si todavía necesitara convencerme a mí mismo: nunca ha sido real y, además, esa tarde hace frío y probablemente no lloverá nunca más. Y, mientras dejaba las maletas esparcidas por el suelo, la casa me pareció más silenciosa que nunca. Y cuando me asomé a la terraza para fumar, todavía fue peor. La noche huyó como alma que lleva el diablo, confundiéndose con sus propias sombras, arrojándome a la más espesa incertidumbre. Apenas tuve fuerzas para desempacar. Las maletas se quedaron abiertas, como un horroroso bodegón pintado con el trazo grueso y la fatiga del artista más torpe que jamás haya existido.
- ¿No irás a olvidarme? – me había dicho, a modo de despedida - ¿o sería mejor decir, estocada? - asegurándose de que su marido no la oyese.
Dormí mal, por supuesto, y al día siguiente, me levanté y fue directo al espejo. Así pues, era cierta la sensación de la víspera. ¡Allí estaba! Un hombre desconcertado, Y, justo entonces, escuché un ruido que muy bien podría ser un disparo y se armó un lío de mil demonios. Otras voces que no eran la mía hablan de muertos. Y las escuchaba, las voces, como si verdaderamente se hallara al otro extremo de la ciudad, en una habitación vacía.
Al fin y al cabo, su mejilla nunca había sido mi almohada, mi lluvia nunca sus cabellos, la tierra que pisaba jamás su piel.
Y mientras me tomaba mi tiempo para despertar, y para preguntarme por qué un burdo azar, una casualidad entre tantas, me obligaban una vez más, tras la caída, a volver a levantarme, eso mismo que ya había repetido otras veces anteriormente. Y no era justo – me decía- que algo que no es tuyo, que nunca lo ha sido en realidad, apenas una ilusión, o peor que eso, la ilusión de otras ilusiones, te persiga como el perro al gato. ¿Por qué oscura razón un sueño tarda más en morir que una generación entera? Porque, en definitiva, hacía mucho tiempo, si es que siempre es mucho tiempo, de todo eso. Porque en realidad nunca existió el hueco de su cuerpo en mi cama, y sería por eso - ¿qué otra explicación podría hallar? - que siempre se levantaba, sigilosa y furtiva como una pluma en el viento. Y a todo eso, silencio en el frente. No más muertes. Ningún muerto hasta que enchufé la radio.
Y todo eso, aceptar la verdad pura y simple, reconocer que desde que inventé su nombre, su rostro, sus designios, porque cualquier cosa servía para sobrevivir, cuando amor y deseo eran tan jóvenes como necesarios, desde ese preciso momento desistí de tomar el camino más recto y de ahí las fatales consecuencias. Y ahora que, después de todo, la huella del paso del tiempo apenas me permiten mayores ilusiones que las justas y necesarias, ahora que ya tengo agallas (pero, de qué me sirven las agallas y el valor, si el combate terminó), para ordenar a la tristeza que espere turno, para decirle que estoy demasiado cansado para sentirme triste y melancólico porque, además, ahora mismo estoy ocupado en escuchar a Dizzy Gillespie y su Umbrella Man, con otro whisky en la mano. Ahora, cuando ya hace mucho tiempo, si es que siempre es mucho tiempo, que sólo busco algo que hacer cada día, cada minuto, cada segundo, cualquier cosa menos convertirme en un colaboracionista más del pasado...
Ella sonrió desde el territorio vacío de mis falsos recuerdos. Y entonces llegué a la conclusión de que se puede luchar contra los fantasmas del pasado, pero difícilmente con las heridas que fui dejando en la torpe peregrinación de mis propios deseos e ilusiones. Que, al fin y al cabo, lo de menos era que dos seres extraños, impelidos por un deseo absurdo e irrefrenable, se obstinaran en añadir una mayor confusión a la ya existente, arrasando sin compasión el uno al otro y, sin embargo, y a pesar de la evidencia, a pesar de que el mundo penetrara dulcemente, casi pidiendo permiso, en mi dormitorio y alcanzara el lavabo, donde yo trataba de afeitarme, no es extraño que la cuchilla..., que me fallara el pulso, y ese hilo de sangre supiera a tan poco, y aún así ni yo mismo podía creerme que llevara tan pegada a la piel esta adicción que nunca acababa, que ya ni sabía si deseaba que acabase algún día.
¿Tan mal van las cosas – pensé, mirándome al espejo - que ni siquiera ahora tienes la posibilidad de elegir?
Edward Hopper: Habitación de hotel, 1931
Material: Óleo sobre lienzo. 152,4 x 165,7 cm. Museo: Museo Thyssen-Bornemisza

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8.3.08

Arcadio Urpí: hormigas


"Faço paisagens com o que sinto"
(Hago paisajes con lo que siento)
Fernando Pessoa: Livro do desassossego

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6.3.08

Charles Bukowski: el vecino de casa


“No tengo idea sobre la naturaleza. Quiero decir que la naturaleza no me proporciona emociones, ¿entiendes? Como las flores y los pájaros y las abejas y la magia de las cosas que crecen, Está todo bien, ¿entiendes?
O bien cuando la pantera mata algo, no me emociono. Todo ese mecanismo de la naturaleza lleva mucho tiempo existiendo, quiero decir que no me excita demasiado. Es algo así como el vecino de casa, vivimos juntos.”
CHARLES BUKOWSKY. Entrevista con Fernanda Pivano en
Lo que más me gusta es rascarme los sobacos, 1982, Anagrama, 2000, Pág. 60

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5.3.08

Arcadio Urpí: Estudión

Estudión. m. (Sturio empollonibus). Pez condrósteo de boca ventral, con cinco hileras longitudinales de placas que cursa estudios de grado secundario o superior, distinguiéndose más por la aplicación que por el talento. (Las hembras pueden alcanzar una longitud de 6 m., sacar matrícula de honor y poner de 3 a 4 millones de huevos. Las crías permanecen uno o dos años en los estuarios antes de finalizar sus estudios en una universidad).
Arcadio Urpí: Estudión.
del libro de sobremesa Animalabras
Bestiario filológico

Este trabajo está basado en la destrucción del lenguaje propuesta por Focault y la re-construcción del lenguaje propuesta por Octavio Paz."
Concepto de Libro de sobremesa: Arcadio Urpí
arcadiourpi@yahoo.es
Diseño y edición: aura guillén
auraguillen@hotmail.com
Bcn, Marzo de 2006

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4.3.08

Cada uno en su caja de vidrio


De una caja de cristal a otra, mirarse, aislarse, mirarse: eso era todo.
Y ahora un clochard desembocaba de una calle transversal, con una botella de vino tinto saliéndole del bolsillo, empujando un cochecito de niño lleno de periódicos viejos, latas, ropas deshilachadas y mugrientas, una muñeca sin cabeza, un paquete de donde salía, una cola de pescado.
Los albañiles, los estudiantes, la señora, el clochard, y en la casilla como para condenados a la picota, LOTERIA NATIONALE, una vieja de mechas irredentas brotando de una especie de papalina gris, las manos metidas en mitones azules, TIRAGE MERCREDI, esperando sin esperar el cliente, con el brasero de carbón a los pies, encajada en su ataúd vertical, quieta, semihelada, ofreciendo la suerte y pensando vaya a saber qué, pequeños grumos de ideas, repeticiones seniles, la maestra de la infancia que le regalaba dulces, un marido muerto en el Somme, un hijo viajante de comercio, por la noche la bohardilla sin agua corriente, la sopa para tres días, el boeuf bourguignon que cuesta menos que un bistec, TIRAGE MERCREDI.
Los albañiles, los estudiantes, el clochard, la vendedora de lotería, cada grupo, cada uno en su caja de vidrio."
Julio Cortazar, Rayuela, Cátedra, 1984, edición crítica, Casilla 23 Págs. 241-242
http://www.literaberinto.com/cortazar/rayuela.htm

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2.3.08

Jorge Brotons: poesia número Sense


Presentación de la nueva plaquette de poesía número Sin
El viernes 7 de marzo a las 8 de la tarde tendrá lugar en la Casa Taulé de Sabadell (sede de la Aliance Française) la presentación de la nueva plaquette de Papers de Versàlia.
Corresponde al invierno y va numerada "Sin".
Bajo el título "por aquel ondular indeciso" hemos recopilado nueve poetas del ámbito sabadellense que han participado en otras publicaciones anteriores y que ahora disponen de más espacio para mostrarnos su obra. Son Roc Casagran, Jorge Brotons, Victor Mañosa, Silvia Melgarejo, Toni Quero, Xavier Grimau, Àlex Holgado, Josep Tuset y Josep Casol.
Los asistentes al acto recibirán la nueva publicación -con ilustraciones de Josep Madaula- y podrán escuchar la lectura de poemas realizada por los mismos autores.
También podrán gozar de las intervenciones musicales del flautista Joan Codina Vila.
http://jorgebrotons.wordpress.com/ http://www.papersdeversalia.com/actualitat/actualitat_cat.html

Presentació de la nova plaquette de poesia número Sense
El divendres 7 de març a les vuit del vespre tindrà lloc a la Casa Taulé de Sabadell (seu de l'Alliance Française) la presentació de la nova plaquette de Papers de Versàlia.
Correspon a l'hivern i va numerada "Sense".
Sota el títol "per aquell ondular indecís" hem aplegat nou poetes de l'àmbit sabadellenc que han participat en altres publicacions anteriors i que ara disposen de més espai per a mostrar-nos la seva obra. Són Roc Casagran, Jorge Brotons, Victor Mañosa, Silvia Melgarejo, Toni Quero, Xavier Grimau, Àlex Holgado, Josep Tuset i Josep Casol.
Els assistents a l'acte rebran la nova publicació -amb il•lustracions de Josep Madaula- i podran escoltar la lectura de poemes feta pels mateixos autors. També podran gaudir de les intervencions musicals del flautista Joan Codina Vila.
http://jorgebrotons.wordpress.com/ http://www.papersdeversalia.com/actualitat/actualitat_cat.html

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