10.9.11

La mente en blanco


 

Habláis mucho, chicas. Mira que os quiero pero aún así debo deciros que habláis demasiado de la crisis de los cincuenta, quizás vosotras con algo más de causa, no digo que no. Por lo de la menopausia, la caída de estrógenos, el ensanchamiento irreversible de las caderas, la pérdida de esa tan querida y conservada silueta de guitarra a cambio del síndrome del “armario”. Os decimos (y pensamos) que seguís bellas pero ni puto caso. No en vano Luis Eduardo Aute os dedicó el siguiente “piropo” en su recital en Barcelona, hace escasos días: “Sois unas excelentes actrices”.

Miento. No es tan cierto. Las hay que, aprovechándose del caos organizado por la teoría de las cuerdas y los universos paralelos, practican el positivismo, las hay que utilizan la palabra “maravilloso” hasta para quitarse esa engorrosa mancha de la blusa. Es una especie de pandemia. Intolerante donde las haya, una intolerancia, eso sí, pacífica, incluso podríamos decir mental:


la playa al amanecer es maravillosa

el campo, el sosiego… La naturaleza es maravillosa

los viajes despiertan la mente a nuevas y maravillosas sensaciones

nada como el “crecimiento personal”

la madurez debe ser esto

ser tú y tu universo


-        ¿Oye? ¿El Hatayoga que tipo de meditación practica? ¿La mente en blanco?

-        Sí, la mente en blanco

-        Yo hago la meditación activa. Se trata de un pensamiento consciente. Y, además,  Come menos, come vida, come luz....

-        Pues yo, la que me enseñaron las monjas.

-        (…)

-        Cuento hasta diez y me concentro en la respiración, y vuelta a empezar

-        (…)

-        Claro que como te despistes un poco, ya voy por el catorce y entonces me digo, ¡ay, ya te has pasado!


Los hombres no hablan mucho de estas cosas, quizás porque son más simples, más cautivos del síndrome John Wayne, cuando no del de Dorian Gray: se niegan a envejecer. La mayoría ya no se hacen los duros, incluso algunos “presumen” de hormonas femeninos. Padecen el síndrome de Estocolmo, lo femenino les arrastra como el río arrastra los guijarros. Sí, eso es, parecen de piedra.

No soy el primero que una vez, en una galería de Consejo de Ciento, y ante uno de sus últimos cuadros, exclamó



-          ¡Mira! Se han dejado una pintura sin poner, sólo hay el...

       -          Sí que es una pintura. Mira el distintivo en la pared.


Y era cierto, junto al cuadro el distintivo en metacrilato decía “Blanco sobre blanco”. Hicimos algunos comentarios sobre la pintura abstracta, nada originales como no podía ser de otra manera, y nos reímos un poco de nuestra ignorancia. Bien, exactamente nos reímos de mi-ig-no-ran-cia. En esto, siempre encuentro colaboradores entusiastas.


Esta anécdota me lleva siempre, soy de rutinas, de costumbres, de aquí para allá, de abajo para arriba, de arriba para abajo (en ascensor, claro está). De mi angustia no se muere nadie, ni siquiera yo, y así vamos hasta que nos cansemos. Así pues la historia del blanco sobre blanco me llevó a la otra historia, la del pintor Plasson, de “Océano mar” (Antonio Baricco) que pintaba solamente cuadros del mar… ¡Y eran cuadros de color blanco! (azules hubiera sido todo un desastre para Baricco, digo yo); algunos, sólo algunos, con un leve “detalle” que llamaba la atención. También, la de Auggie Wren (Harvey Keitel), el estanquero de Brooklyn que personifica la rocambolesca historia de cómo consiguió su cámara fotográfica y de por qué se decidió a elaborar su singular colección de fotografías: el mismo encuadre de la casa de enfrente a lo largo de 14 años, en “Smoke”, la película “escrita” y dirigida por Paul Auster….



Aunque no me hagáis demasiado caso. Los que buscamos sin brújula nos movemos necesariamente entre lo real y lo onírico… y con tales ingredientes la verdad es que casi siempre nos perdemos. Por eso mismo, sin lo “aparentemente absurdo” nunca nos moriríamos, como les ocurre a las ratas en el subsuelo de Nueva York. Y eso sí que sería una condena. Ni pranayamas ni hostias. Una verdadera putada.

Casimir malevich   500 x 448 blanco sobre blanco
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