17.1.10

Bukowski-Chinaski: no me gusta la gente real


Si me corro, pensé, desesperado, nunca me lo perdonaré”, piensa Chinaski mientras Martha le está chupando y mordiendo la polla, entre esputos y sangre, con alcoholizado frenesí. ¿Se imaginan a Matt Dillon diciendo esto? Yo también. Pero no ocurre, al menos en esta peli. Hasta aquí hemos llegado. Pero hay más.
Es decir, hay más provocación y descaro en "Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón" (Pedro Almodóvar, 1980), por poner un ejemplo de casa, que en este un tanto descafeinado “Factótum” de Bent Hamer, en el que el personaje Matt Dillon interpreta de forma limitada, contenida y, lo que es todavía peor, “cortés”, a Hank Chinaski, alter ego del propio Bukowski. ¡Hasta el punto de contenido que el personaje nunca acaba de perder su dignidad!
Las escenas de sexo y obscenidades varias son lamentablemente mojigatas. Baste decir que ningún momento aparece Chinaski CAGANDO (aunque sí vomitando, todo sea dicho), lo que, sin dudar a dudas, dignificaría al personaje. Film voluntariamente austero, el espectador no avisado sale de la sala (además de aburrido) sin entender demasiado la historia. En cambio, el conocedor de la obra de Bukowski se queda con la sensación de que el noruego ha sucumbido al frío polar y nos “sirve” una película para las visitas del té de las cinco.

No es por casualidad que los libros de Bukowsi lleguen ilustrados con dibujos de cómic, la portada de Kim de la primera edición publicada en España de “Factótum” por Anagrama en 1975 así lo demuestra. Por eso mismo, cabe resaltar la forma ejemplar, en que Robert Rodríguez, en Sin City recrea las historias de los comics de Frank Miller’s empleándose a fondo, es decir, utilizando la técnica del film como un medio, esta vez sí, para conseguir recrear el espíritu y la estética de la obra del dibujante. En “Factótum”, sin embargo, la obscenidad y sordidez nihilista de Bukowski queda maniatada por una forma de hacer cine plana y mecánica que hace que incluso los que conocemos a fondo a Chinaski dudemos por momentos de su identidad y como el propio Dillon en la película salgamos del cine dispuestos a realizar una limpieza a fondo de nuestro piso, aspirador en ristre, y a preguntarnos, como el propio Chinaski, y con perdón, “¿me estaré volviendo marica?"

Quede claro, sin embargo, el reconocimiento a Bent Hamer y a cualquiera que se atreva con Bukowsi, a la notable interpretación de Matt Dillon (imprescindible ver la versión original, con la voz cascada de Dillon) y de Lili Taylor. Aunque confieso que, a pesar de un guión en el que se percibe una voluntad de fidelidad a los textos de Bukowski y al personaje de Chinaski en particular, confieso, digo, que en la medida en que la película avanzaba me invadía una sensación de que aquellos personajes, por muy chungos que parecieses, seguían siendo demasiado “reales”. Y fue repasando el libro para esta crónica cuando hallé la explicación:
[En un bar, con Gertrude]
“- Tienes un rostro muy extraño –me dijo-. No eres realmente feo. [Gertrude]
- Empleado de almacén número cuatro, abriéndose camino. (Chinaski)
- ¿Has estado alguna vez enamorado?
- El amor es para la gente real.
- Tú pareces real.
- No me gusta la gente real.
- ¿No te gusta?
- La odio.Bebimos algo más, sin hablar mucho. Seguía nevando.”
Ben Hamer: “Factótum” (Noruega, 2006). Guión: Bent Hamer, Jim Stark. Fotografía: John Ch. Roselund. Música: Kristin Asbjornesen. Matt Dillon (Hank Chinaski), Lili Taylor (Jan), Marisa Tomei (Laura), Fisher Stevens (Manny).
Charles Bukowski: ”Factótum”, Anagrama, Barcelona 1975 (192 páginas)Frank Miller, Robert Rodríguez: ”Sin City. La ciudad del pecado” (USA, 2005). Basada en las novelas gráficas de Frank Miller. Mickey Rourke, Bruce Willis, Jessica Alba, Maria Bello, Kate Bosworth, Seve Buscemi, Rosario Dawson, Benicio del Toro, Michael Douglas, Josh Hartnett, Jaime King.

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15.1.10

Exposició Monzó



Exposició "Monzó"


Del 18 de desembre del 2009 a l'11 d'abril del 2010
Arts Santa Mònica.






Lloc i horari

Del 18 de desembre del 2009 a l'11 d'abril del 2010
Claustre d'Arts Santa Mònica (Planta 00).
La Rambla, 7. 08001 Barcelona.
ENTRADA LLIURE
De dimarts a diumenge d'11 a 21 hores.
Dilluns tancat
Quim Monzó (Barcelona, 1952) és un dels escriptors catalans més reconeguts. Autor de contes i novel·les, columnista diari, autor de reportatges d’actualitat relacionats amb els grans conflictes internacionals, col·laborador de ràdio i televisió, la seva obra ha estat traduïda arreu del món.

L’exposició MONZÓ es basa en un treball de recerca que permet treure a la llum aspectes desconeguts de la seva trajectòria: des dels orígens familiars al viatge a la guerra del Vietnam del 1973, la seva activitat com a dissenyador i humorista gràfic, l’estada a Nova York a començaments dels vuitanta o la influència de la síndrome de Tourette en les seves creacions. Monzó hi apareix com un extraordinari fabulador, observador minuciós de la condició contemporània.

Amb aquest projecte la Institució de les Lletres Catalanes i Arts Santa Mònica reprenen la línia d’exposicions literàries iniciada pel KRTU amb les exposicions dedicades a J.V. Foix, Josep Pla,
Joan Perucho, Josep Palau i Fabre o Joan Brossa.

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13.1.10

Primo Levi: Si esto es un hombre


Cuando era joven utilizaba la palabra "nunca" para banalidades. “Esa chica nunca será para mí”, “Nunca aprobaré el bachillerato” y cosas por el estilo. Ahora sigo haciendo prácticamente lo mismo. También pensaba que al hacerme mayor entendería mejor algunas cosas. No parecía un mal punto de partida, y esta vez la premonición –o el deseo- ha dado mejores resultados. Y por eso mismo, cada vez me parece mas banal esa afirmación categórica –que muchos aceptan, por puro esnobismo- de que “cuanto mas se, mas me doy cuenta que no se nada.”

Cuán cierto es que nunca apreciamos las cosas hasta que hemos de pasar sin ellas. A mí me pasó con la filosofía. A todos nos gusta empezar por lo grande. ¿Resultados? Nada relevante, como dicen en las teleseries. En este mundo pervive la matraca del viejo sistema “pez grande se come al pez chico” que, por supuesto, es lo mas parecido al capitalismo. Y que, a su vez, es lo único que nos queda, dijo con una resignación -que llegó a estremecerme- un viejo comunista, que se había pasado 15 ó 20 años en prisión, en el documental de Albert Solé, hijo de Solé Tura. Mientras, los políticos y derivados ya no mencionan ni una sola vez que el futuro esta en la juventud (¿recordáis?) y la destartalada utopía se ha reducido al túnel de auto-lavado de la experiencia personal. Nada es tan “relevante” como lo experimentado. Estar a bien con uno mismo, ese es el gran descubrimiento, procedente como no, de Oriente. Como la pólvora y la seda. Al fin al cabo ya lo dijo un atormentado Primo Levi, “Si esto es el hombre”, apaga y vámonos.
Escribió Primo Levi:Hasta que un día no tenga sentido decir mañana. Aquí es así. ¿Sabéis cómo se dice ’nunca’ en la jerga del campo? Morgen früb, mañana por la mañana.”

El 1 de febrero de 1945, en Auswitzh, los descendientes de Goethe tenían previsto iniciar la fabricación de plástico. El ejército ruso se encontraba a ochenta kilómetros y ellos seguían planificando el futuro y aplicándose en realizar bien su trabajo. Este hecho, la compatibilidad de lo que consideramos crueldad y, a la vez, el desapego -por no llamarlo indiferencia- de la disciplina germana del “trabajo bien hecho”, ese fenómeno que Ana Arendt denominó lucidamente “la banalidad del mal” (1) nunca ha dejado de asombrarme, ni de ayudarme a encontrar, sino respuestas, sí al menos conclusiones razonables (?) sobre algunas de las preguntas fundamentales, si es que las hay. Como la de ¿qué es el hombre?
El número 174517 de Auschwitz, respondió en parte a esta pregunta en su libro “Si esto es el hombre” (2), aunque lo hiciera en un condicional que muy bien podría haberse ahorrado. Lo cierto es que, después de un año interminable en un campo de exterminio –propongo-, uno puede llegar a cualquier conclusión, que nadie vendrá a pedirle cuentas. Por otra parte, Eichmann manifestó, en el juicio al que le condujo su sonado secuestro (lo cuenta Hannah Arendt en Eichmann en Jerusalén), que no eran campos de “exterminio”, que simplemente era un aparcamiento. El número 174517 jamás se recuperó de tal desatino.

La tragedia de Primo Levi, y de tantos otros que intentaron dar testimonio personal de su experiencia en los campos de exterminio nazis es que solo pudieron hacerlo hablando de los supervivientes. La verdadera tragedia fue precisamente –por paradójico que parezca- haber sobrevivido al horror y el sentimiento de culpabilidad que ese hecho supuso y que les hostigó durante el resto de su vida. "Todo culpable se hunde cada vez más en su culpa” escribió Kafka a Felice Bauer. La culpabilidad, sin ser judío pero sí heredero, mal me pese, de la cultura judeocristiana, no me parece mal como referente límite. Levi –decía siempre- procuró ejercer más de testigo de cargo que de juez. Todo inútil, La culpabilidad acaba corroyendo como la carcoma. Levi acabo suicidándose cuando ya no le quedaban palabras. Aunque nadie había dicho que la vida era perfecta.

Porque otra pregunta interesante es: ¿Se puede ser libre bajo el peso de la vergüenza? (3) De la vergüenza de ser un privilegiado. Si, los privilegiados, los colaboradores: aquellos que por cualquier habilidad, profesión o destreza resultaban útiles a los verdugos. Es decir, los “rentables”, los “sobornados”, los que podían almacenar su cuarto de pan para comerciar, los listos, los pícaros... ¿Qué haces cruzando la puerta de la libertad bajo el peso de la vergüenza de haber sobrevivido a la aniquilación? ¿Cómo te las arreglas para empezar otra vez, para aprender otra vez a coger el tenedor, a catar un buen vino, a leer un libro, a decir “buenos días” cada mañana al salir de casa y encontrarte con un vecino en el ascensor, a afeitarte como tal cosa, con ese cáncer de piel que muchos llaman memoria, con tanto humo saliendo de las chimeneas, con tanta ceniza cubriendo tu sofá y tu mecedora, con tanto montón de dentaduras, dientes de oro y tanto cúmulo de gafas llenando los pasillos de tu casa, los andenes del metro, obstaculizando no sólo las palabras sino también, y sobre todo, los sentimientos? ¿Cómo te las arreglas para construir una conversación que no apeste a cadáver? ¿Cómo olvidar a cada uno de los que murieron en tu lugar, a cada hundido que murió para que tú pudieras convertirte en un salvado? (4)

(1) Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Hannah Arendt. Trad. de Carlos Ribalta. Barcelona, Lumen, 1967, 1999, 2003 ISBN 978-84-264-1345-1 (Eichmann in Jerusalén: a Report on the Banality of Evil, en la revista New Yorker)).
(2) Si esto es un hombre, Muchnik editores, 1987. Traduc. de Pilar Gómez Bedate (reediciones en 1998 y 2002)
(3) La tregua, Muchnik editores, 1988. Traduc. de Pilar Gómez Bedate (reediciones en 2001 y 2002)
(4) Los hundidos y los salvados, Muchnik editores, 1989. Traduc. de Pilar Gómez Bedate (reediciones en 2000 y 2002)

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12.1.10

Xavier Sabater: Saba Sanyo Casio. Firme en la barricada



“ No es verdad que todo esté hecho. Todo está por hacer y lo haremos nosotros.''

Conocí a Xavier Sabater en los principios de los años setenta, cuando las reminiscencias del mayo del 68 caían como chubascos de estrellas sobre nosotros y (creíamos que) la poesía era un arma cargada de futuro.
Por eso mismo fundamos la revista Muerte de Narciso, donde Sabater publicaba sus poemas infernales… Y también Pere Marcilla, Pau Maragall, Francesc Fanés, Enric Casasses, Genís Cano, Emilio Cortavitarte, Paco Gallardo y bastantes más. Sabater tenía, debo decirlo, el mismo aspecto jovial y risueño que hoy, aunque lucía unas “melenas” de AQUÍ TE QUIERO VER. De toda aquella perrería, que yo sepa, y hasta nueva orden, él es el único que se mantiene activo y convulso, entusiasta, innovador, iconoclasta y firme en la barricada.
Biodraminas era un apelativo cariñoso por el que muchos lo conocían. También llamado El superviviente, a mí siempre me ha gustado referirme a él como Saba Sanyo, en honor a uno de sus poemas más representativos, "Saba Sanyo Casio". Xavier Sabater, ¿saben? tiene muchas cualidades en su haber, aunque yo prefiera ese carácter entrañable que lo hace tan próximo, tan amigo de sus amigos Sabater es un maestro de la acción poética, del gesto poético tanto en su continente como en su contenido. En suma, un agitador de la polipoesía. Sin él, el mundo (el nuestro, ese microcosmos del que provenimos y en torno al cuál no paramos de dar vueltas y más vueltas) sería, ¿cómo decirlo?, más aburrido e inanimado, más normal, más mojigato y reglamentario, más moco que pañuelo, más papanata que patata. En definitiva, más imbécil.

“La polipoesía -dice Xavier Sabater- pretende desarrollar aspectos poéticos que van más allá de los literarios, es así como la poesía se convierte en fonética, sonora, electrónica, gestualizada, de acción, visual, objetual, musical, danzada o teatralizada. La gran variedad de posibilidades hace que los estilos actuales sean diversos y personales. Cada poeta desarrolla su propio estilo. La norma es: ''No es verdad que todo esté hecho. Todo está por hacer y lo haremos nosotros.''
Les seguiría hablando del Biodraminas, del Superviviente, de Saba Sanyo, de su larga e interesantísima trayectoria (de la que la anécdota que les he contado sobre la revista Muerte de Narciso es sólo eso, una anécdota). De sus múltiples, geniales y famosas actividades y perfomances poéticas de las que ha sido y es fabulador, promotor y protagonista, pero sé que éste trazo ha de ser breve si pretende ser leído, y eso es lo que quiero. Pero no, miento como un bellaco, esta parrafada mía sólo es una excusa para que alguno de vosotros, los más valientes, los menos aburridos, inanimados y mojigatos; aquellos de ustedes que todavía no han sido atrapados por el “moco” de la estulticia imperante y reglamentaria, se atrevan a escuchar alguno de los poemas sonoros de Sabater. Vale la pena.
Yo les recomendaría, claro está Saba Sanyo Casio [SABA-SANYO-CASIO. 1991. 2:45 min. Texto: Xavier Sabater]. Una crítica de la sociedad de consumo rebosante de humor, espléndida en su cacofonía, brillante en su ejecución, rotunda en su construcción semántica, tierna en su aparente inocencia. Y, sobre todo, ¡caramba!, muy divertida. Pero cualquiera de estos poemas sonoros sirve para salvar su piel (la de ustedes) de tanta roña pipicalzaslargas, tanto sargento del curro y del burro, tanta tontería de lo quiero fácil y sin masticar, tanto rumiante y piloto de pruebas que nos rodea, invade y atonta. Por algo utilizo uno de sus fragmentos para darles mi personal bienvenida en mi contestador telefónico, provocando iras y venidas. Pero ¿qué se creían? ¿Qué yo también me rendiría? Ni hablar.

POEMAS SONOROS (MP3 - DOWNLOAD):http://www.cyberpoem.com/poets/sabater/addalivsdavida.zip
Ad Dalivs Da VidaAnibobisArs Poetis Parol:
http://www.cyberpoem.com/poets/sabater/crisis.zip
CrisisCristo y tres tirosNormal Anormal: http://www.cyberpoem.com/poets/sabater/lagentesehunde.zip
Saba Sanyo Casio: http://www.cyberpoem.com/poets/sabater/sabasanyocasio.zip

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4.1.10

El león de la Metro


La biblioteca de mi padre se reducía a medio centenar de libros, todos ellos encuadernados con tapa dura, generalmente azul o roja y con el título y el nombre del autor impreso en el lomo. Absolutamente todos los libros eran de Ramón Sopena Editor, Biblioteca de Grandes Novelas, con el texto a doble columna, y he de reconocer que, aunque la encuadernación me privara en su momento de poder encandilarme ante esas portadas que ahora nos parecerían kitch, más propias de tebeos, y que entonces lo eran de las novelas por entregas, la verdad es que, en aquellos tiempos de falsa paz, por lo demás exigua y roñosa, y de una realidad en blanco y negro, encuadernar los libros daba un toque de pulcritud, de orden y concierto.
Como la botella de coñac Fundador sobre la mesa o el pote de Leche Condensada La Lechera. Efectivamente, eran tiempos en que lo mejor que podías hacer era encuadernar los libros, tiempos del “Diario Hablado de Radio Nacional de España” y de los malvados sortilegios de Di Stéfano, Puskas y Gento. Tiempos en los que recorría, junto a mi madre, kilómetros para comprar gasolina o carbón ahorrándonos, así, la peseta del tranvía y en los que mi padre trabajaba mañana y tarde, los días laborables pero también los domingos y fiestas de guardar. Para sobrevivir, pero también para burlar a la miseria, aunque fuera por una sola vez y sin que sentara precedente, y poder de esta forma comprarse su ansiada motocicleta Ossa de 125 centímetros cúbicos.

Y por eso mismo, porque el color de la ansiada realidad, la del bienestar y la prosperidad, el de un mundo que no estaba quieto, como aseguraban los portavoces de la España goyesca y sombría, el color de la felicidad sólo se encontraba en las películas de la Metro Goldwyn Mayer (¡AAAUUURRGGG!), mi madre no se cansa de repetir que cuando aparecía en la pantalla el “León de la Metro” eso quería decir que la película era de las buenas. Y será por eso que al volver a casa después de ver una de esas películas no dejábamos de sorprendernos de hallar lo que habíamos dejado: los baldes para las goteras, las paredes manchadas de humedad evocando extraños “desnudos” dibujados con tosquedad, el mobiliario de formica de siempre y, en el techo, esa horrible lámpara de lagrimillas tirando a rococó, tan difícil a la hora de sacar el polvo. Y, en un hueco del comedor, la nevera de hielo que nunca cerraba bien.
Todas esas cosas y muchas más amenazaban nuestro hogar, asediados como estábamos por las goteras y los seriales radiofónicos de Sautier Casaseca, con Pedro Pablo Ayuso y Matilde Conesa en los papeles principales. Cuando todo eso pasaba, y las noticias del mundo mundial procedían de la bendita radio y poco más, encuadernar los libros con tapa dura otorgaba, como digo, una cierta prestancia, un signo inequívoco de lesa supervivencia. Digo yo que era eso, tanto esfuerzo por mantenerse a flote, primero la moto y luego el seiscientos, y la máquina de coser, y la carn d’olla, y el champán de marca, y el turrón de Jijona en Navidad.
Los libros lucían, de esta forma, cuidadosamente ordenados en la vitrina situada en la parte superior de mi mueble-cama, convertible en mesa de estudio. Una verdadera “maravilla” del diseño de la autarquía, coincidente con los Planes de Desarrollo. Sus ásperas páginas amarilleaban claridades insospechadas y aventuras sin fin. Las extensas mesetas de la Patagonia, por ejemplo, ese territorio con nombre de mamífero placentario, que se fundía imperceptiblemente con la Pampa argentina, y sus ríos de fantasmales nombres que ríete tú de nuestros prosaicos Duero, Tajo, y Guadalquivir. En lugar de eso, denominaciones como Negro, Deseado y Colorado danzaban ante mis ojos como arlequines dándome la bienvenida a un mundo al revés, es decir, a un mundo de verdad, sin goteras y donde las puertas no cerraban ni bien ni mal ya que, sencillamente, no se entraba por ellas sino a través de la imaginación.
Y debo decirlo, porque de no hacerlo faltaría a la verdad: aquellos libros no llevaban tantos años en la vitrina pero en realidad parecían haber estado siempre allí, como las pirámides de Egipto o la Muralla china. Desde siempre. Y no estaba prohibido leerlos como lo estaba, entre otras muchas cosas, mencionar la guerra civil. En mi mundo de raquítica ignorancia los veía como una reliquia del pasado, aunque también como el testimonio vivo de una serie de secretos que me tocaba desentrañar, por mucha pereza que me diera habérmelas con las incógnitas del futuro, tan a gusto como estaba regodeándome en el interior de mi cuarto, oscuro como boca de lobo y oliendo a calzoncillos sucios y sopor de enfermo.
Como si la sombra de la humillación que siempre se cernía sobre nosotros, sobre todo de adolescentes, no fuese, en realidad, precisamente lo que nos impelía a vincularnos a los demás, a salir al raso, caiga quien caiga, hasta arrojarnos en el mar.

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1.1.10

El Barça de les sis (6) copes




El seis (6) es el número natural que sigue al 5 y precede al 7


Representación de 6:
Propiedades matemáticas:
Es el primer número perfecto, puesto que sus divisores propios (1, 2 y 3) suman 6. El siguiente número perfecto es el 28.
Es el tercer número triangular, después del 3 y antes del 10.
Es el factorial de 3, ya que 6 = 3 × 2 × 1.
El polígono de 6 lados se denomina hexágono. El hexágono regular tiene todos sus ángulos de 60º.
El poliedro de 6 caras es el hexaedro. El hexaedro regular se denomina cubo y sus caras son cuadrados.

Características:
6 es el número atómico del carbono.
Euclides llamó al 6 número perfecto por ser igual a la suma de sus divisores.
San Ambrosio lo hace símbolo de la armonía perfecta.
También lo es en la Qabala que le adjudica el sexto sefira Tiferet que significa, Belleza.

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