19.6.08

Ni furia ni ceniza


Ahora mismo, cuando los recuerdos ya son cadáveres, difuntos de los que no queda ni furia ni ceniza, y mientras, de buena mañana y con un sol espléndido, me dedico a ordenar mis cedés y deuvedés alfabéticamente, con la placidez que da el realizar una tarea gratuita y absolutamente prescindible pero que, sin embargo, ha conseguido distraerme de otros asuntos más importantes. Harto ya de arreglar asuntos de mayor enjundia (quizás uno de los más inquietantes, el cambio de operador de telefonía móvil) y mientras una oscuridad azulada va dando forma a un nuevo presente en el que los fantasmas se van jubilando y, por lo tanto, hacen la existencia más agradable, y mientras hago alarde de manejo del abecedario, pienso que la frase mágica de los tanatorios no es tan descabellada: ¡Diablos con el tiempo! ¡Lo cura casi todo!
Porque el presente, mi presente – constato - contiene apenas las huellas del silencio que lo invade. Si exceptuamos, claro, la música – una extensa recopilación de las arias de Maria Callas - y el sordo eco del tacleteo del portátil. Pero todo eso forma parte de la misma soledad. Hay, por qué no decirlo, un cierto regocijo en saborear esa palabra tan gastada, tan piropeada y pirateada por todos, escritores y leguleyos, lugar común donde los haya, tanto poeta raclamando su pertenencia y aquí la tienes muchacho, más tranquila y pacífica de lo que nunca te hubieras imaginado.
Y así, aunque amanezcan blandos cuchillos de agua por el lado oscuro de mis días, ya nada es igual, y, además, todo esto, y algunas cosa más, ya las djo Paul Celan:
"estoy solo y en el vaso lleno
de madura oscuridad
introduzco flores de ceniza"
¡Bravo por Celan! Nada como tres versos para describir con elegancia – y belleza- la hora final. ¿Que haría sin ti, sino encallarme en perogrulladas abstractas. Contigo todo está más claro. Eres como un carro de paradas. Llegas corriendo, acompañado de tus discípulos mas aventajados, y ¡ZAS!, en un tris tras, me salvas la vida, barca sobre un mar sin fondo, tanta playa y ningún recuerdo. ¡Cuánta razón tienes! En las huellas de mis recuerdos sólo encuentro desapego y vacío. Y cuando cambio de disco (¡al diablo la palabra cedé!), el cansado saxofón de John Coltrane me pilla, efectivamente, con el vaso lleno y sin saber qué hacer. Porque no todos somos John Coltrane ni nos sacamos de la manga una maravlla como A love supreme, porque sólo el jazz es capaz de transmitir, diría Gómez de la Serna, “la sabiduría de adornar una melodía con (...) todo lo que llena la vida de chacota, de absurdo, de jolgorio, de banalidad, de incoherencia, de cabaretismo, mezclándose música y vida como dos mares a través de anchísimo estrecho”. Una melodía sincopada imposible de tararear, acepto humildemente mientras cruzo la calle, camino del super o del quiosco, porque cada compás es un agujero, un túnel sin retorno, irrevocable como ese balcón de nieve que debo vaciar a paletadas cada mañana, cuando amanece. Decidamente, creo que ya es hora de jubilar también el carro de las paradas. Se lo regalaremos a House y a sus muchachos, que parecen siempre tan apurados y siempre van a parar a la misma calle sin salida del diazepán diez en vena.

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2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Lo que es el azar. Tanto tiempo sin oir hablar de Paul Celan y resulta que justo hoy mismo, volviendo a casa a leer lo que dice la Morsa, Narcis Comadira habla del Pont Mirabeau de París, diciendo que se cre que desde ahí se arrojó al Sena.
Y John Coltrane. Sólo leer lo de "A love supreme" ya entra uno en situación.
Recuerdos, Popaul

8:12 p. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

Gracias, Popaul
Aquí estamos, en plena RESACA de la boda de tu primo JC
12 horas seguidas de Mambo’s, comida comida bebida y Manolo’s
Escuchando a Duke Ellington, “Symphony in black” en Youtube, mi mp3 doméstico
Para ver si este pobre espíritu renace de tanta ceniza
Pues no sabía lo de Celan y, por supuesto, alabo su buen gusto... No hay color... morir arrojándose al Sena o en la cama de un hospital, rodeado de la familia, Uffff

11:00 a. m.  

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