El escribiente
Sus primeros textos publicados lo fueron gracias a la “revuelta” estudiantil, cuando los del Politburó descubrieron que aquel estudiante de primero con vocación revolucionaria carecía de los fundamentos marxistas leninistas imprescindibles pero, por otra parte, escribía de puta madre sobre el papel de embalar, con una letra clarita, clarita y sin desviarse un milímetro de la horizontal del texto, lo ficharon como escribiente.
De esta forma tan prosaica entró a formar parte del sector activo y militante de la facultad.
Pasado un tiempo, se encontró con Nuria en los pasillos. La conocía de verla en la asignatura de Lingüística General, aunque nunca habían cruzado ni una palabra. Sin embargo, esta vez se plantó delante de ella y le dijo, sin más:
- ¿Qué haces deambulando por los pasillos, que no estás como todos en el bar?
Y ella le respondió con una seguridad y aplomo que lo descolocaron al momento:
- No me interesa nada de que lo hablan allí.
Es decir, a aquel pedazo de tía – pensó él- lo del apasionante tema del numerus clausus o de la nueva Ley de Educación, o incluso la revolución obrera y campesina, no le interesaba un pimiento.
Fue demasiado para él. Se quedó colgado de ella para siempre.
Y así, aunque siempre en aquellos tiempos fuera tan poco tiempo, no dudó en pasar el abordaje con el súper clásico:
- ¿Quedamos este fin de semana para preparar el examen?
Semanas más tarde, en la cama, él le preguntó si cuando hacía sus pinitos en clase invocando la huelga de los estudiantes ante la represión policial, o les hacía preguntas inquisitivas e incómodas a los profesores fachas, le parecía un bocazas. Y si su hábito de progre, larga melena, macuto andrajoso y amuleto hippie adquirido en Ibiza, le parecía más bien ridículo.
Ella, mientras le lamía el lóbulo de la oreja y le mordisqueaba los labios para que callara de una vez, le respondió que en todo momento lo había encontrado divertido y encantador.
Y como se dio cuenta de que no se quedaba muy convencido, acabó confesándole que cuando la abordó en los pasillos de la facul, lo primero que pensó fue en su sonrisa.
- ¡Lo digo en serio! – Protestó. Pensé exactamente:
De esta forma tan prosaica entró a formar parte del sector activo y militante de la facultad.
Pasado un tiempo, se encontró con Nuria en los pasillos. La conocía de verla en la asignatura de Lingüística General, aunque nunca habían cruzado ni una palabra. Sin embargo, esta vez se plantó delante de ella y le dijo, sin más:
- ¿Qué haces deambulando por los pasillos, que no estás como todos en el bar?
Y ella le respondió con una seguridad y aplomo que lo descolocaron al momento:
- No me interesa nada de que lo hablan allí.
Es decir, a aquel pedazo de tía – pensó él- lo del apasionante tema del numerus clausus o de la nueva Ley de Educación, o incluso la revolución obrera y campesina, no le interesaba un pimiento.
Fue demasiado para él. Se quedó colgado de ella para siempre.
Y así, aunque siempre en aquellos tiempos fuera tan poco tiempo, no dudó en pasar el abordaje con el súper clásico:
- ¿Quedamos este fin de semana para preparar el examen?
Semanas más tarde, en la cama, él le preguntó si cuando hacía sus pinitos en clase invocando la huelga de los estudiantes ante la represión policial, o les hacía preguntas inquisitivas e incómodas a los profesores fachas, le parecía un bocazas. Y si su hábito de progre, larga melena, macuto andrajoso y amuleto hippie adquirido en Ibiza, le parecía más bien ridículo.
Ella, mientras le lamía el lóbulo de la oreja y le mordisqueaba los labios para que callara de una vez, le respondió que en todo momento lo había encontrado divertido y encantador.
Y como se dio cuenta de que no se quedaba muy convencido, acabó confesándole que cuando la abordó en los pasillos de la facul, lo primero que pensó fue en su sonrisa.
- ¡Lo digo en serio! – Protestó. Pensé exactamente:
- Esa sonrisa no puede salir de la nada.
Pintura:
Pintura:
Orestes Arocha Menéndez. Cuba. 13 de diciembre de 1964. Pintor y Dibujante. Profesor de Pintura y Dibujo. Ha realizado estudios superiores de pintura, dibujo y diseño. Durante 20 años ha sido profesor de pintura, dibujo, historia del arte y apreciación de las artes visuales en una Academia de Artes Plásticas en Trinidad. En su currículum cuentan más de 20 exposiciones personales y otras tantas colectivas. Sus obras se encuentran ambientando edificios públicos e instalaciones turísticas en Trinidad, Varadero y Ciudad Habana y forman parte de colecciones privadas en Cuba y el extranjero. Es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba ( UNEAC ).
4 comentarios:
Treinta a�os despu�s, cuando recibi� del subsecretario del ministerio la notificaci�n de cese, una profunda indignaci�n le subi� desde sus entra�as.
- �As� me pagan lo que he luchado durante toda mi vida, sacrific�ndome por el bien com�n!
�Y eso...?
El estilo del "prota", que marca una deriva generacional. Vamos: que muchos acabaron bien amarrados al poder, y negros cuando veían que lo perdían. Dado su pasado, se convertían para sí mismo en víctimas.
Lo siento si tu relato iba por otro lado, pero el carácter que dibujabas iba claramente hacia eso del ascenso personal...
Bueno, ciertamente, bien pensado s ajusta basante a la descripción de muchos "progres" que realmente acabaron "progresando", jejeje... Conozco a alguno de ellos personalmente... Cierto, cierto...Comprendo
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