6.8.06

Las cuatro y cinco de la tarde



En la Estación del Norte, donde ya no hay trenes, ni vías, ni pasajeros, trabajé en un edificio anexo hasta hace dos años. En la remodelación de la antigua estación, los capos del diseño tuvieron la feliz idea de conservar el viejo reloj, y me llevó su tiempo llegar a la conclusión (nada convincente, ya lo sé) de que debía tratarse de un reloj de cuerda, porque andaba siempre estropeado. Marcaba permanentemente las cuatro y cinco de la tarde. A esta conclusión llegué con la ayuda de Carlos, compañero de trabajo y, sin embargo amigo, con el que desayunaba y comía cada día. Uno de esos amigos de los que solemos decir que caben en los dedos de una mano. Convenimos los dos en que quizás se tratase de un reloj de cuerda y que era una pena que ya no existiera ese simpático individuo uniformado llamado Jefe de Estación y que, aparentemente, no tenía nada mejor que hacer, aparte de agitar el banderín y hacer sonar su pito, que darle cuerda al reloj.
Los de la ONCE, con cierta frecuencia, alquilaban la Estación (convertida, a la sazón, en un Polideportivo Municipal) para sus encuentros y fiestas. Y digo fiestas a tenor del escándalo y charanga que armaban. Entonces sí, entonces, cuando venían los de la ONCE, sorprendentemente, algún empleado del Ayuntamiento le daba cuerda al mecanismo en cuestión, y durante unos cuantos días teníamos la hora correcta. Claro que los de la ONCE…. Ya me entienden. Entonces fue cuando Carlos dijo aquello de que el amor es ciego, el amor es ONCE o no es.
Así es la amistad. A veces se sustenta en experiencias y vivencias compartidas, en la complicidad y las confidencias, pero también, y sobre todo, en el placer de las naderías, en la sustanciosa y divertida constatación de convergencias y divergencias. En la amable construcción de rituales y lugares comunes. Como aquella especie de leyenda del reloj de la estación.
Mientras escribo esto me entretengo a ratos viendo una vez más Smoke, la excelente película de Wayne Wang escrita por Paul Auster. En la peli, un novelista, Paul Benjamín (William Hurt) cuenta la anécdota que da título a la película. Sir Walter Raleigh (quien por cierto introdujo el tabaco en Inglaterra) apostó con la reina Isabel I que podía medir el peso del humo. Auggie, el dueño del estanco donde se realizan las tertulias (Harvey Keitel) responde de forma contundente: “Eso no se puede hacer. Es como pesar el aire”. Paul acepta la dificultad de la propuesta: “Reconozco que es extraño. Casi como pesar el alma de una persona. Pero Sir Walter era un tipo listo. Primero cogió un cigarro nuevo, lo puso en una balanza y lo pesó. Luego lo encendió y se lo fumó, echando cuidadosamente la ceniza en el platillo de la balanza. Cuando lo terminó, puso la colilla en el platillo junto a la ceniza y pesó todo eso. Luego restó esa cifra del peso original de un cigarro entero. La diferencia era el peso del humo”.
A veces, la amistad, incluso la aparentemente más sólida, no deja de ser como un buen cigarro puro. Cuando te lo acabas parece que ya no exista. Pero es lo que yo acostumbro a decir: si el humo se puede pesar es que el humo existe. Y Carlos se esfumó como el humo. Y si he de ser franco, le echo de menos. Un buen día, el reloj de la estación volvió a funcionar, esta vez de forma permanente. Vete a saber cuál fue el verdadero intríngulis de la historia. Ya no trabajo en la Estación del Norte. Ya no paso cada día delante del averiado reloj de la estación. Ya no son siempre las cuatro y cinco de la tarde. Carlos desapareció, se evaporó, y sin embargo todo eso existió. Puedo jurarlo. Nos dolían las mandíbulas de tanto reírnos cuando comentábamos jocosamente, aunque sin un ápice de malicia, que a los de la ONCE les daría igual si el reloj marcase la hora que marcase. Algunos oficinistas somos así. Necesitamos reírnos cada día para alejar el cáncer del aburrimiento y la monotonía. Ya no tengo noticias de Carlos. Y sin embargo nada parece haber cambiado. Vaya topicazo eso que dicen en el Telediario y en el Tanatorio, que la vida sigue, pero resulta que es cierto. Mira por dónde, es la hostia de cierto. La vida sigue y sigue, con esa pasmosa indiferencia que nunca dejará de asombrarme.
La antigua Estación ferroviaria del Norte, construida en 1861 y situada en la calle Alí Bei 80 de Barcelona, actualmente es el núcleo central de las llegadas y salidas en autobús de la ciudad de Barcelona.
Wayne Wang: Smoke, USA 1995, 108 min. Guión: Paul Auster. Música: Rachel Portman. Fotografía: Adam Holender. Harvey Keitelm William Hurt, Giancarlo Esposito, José Zuñiga, Stephen Gevedon, Jared Harris, Daniel Auster, Harold Perrineau Jr., Forest Whitaker, Stockard Channing, Ashley Judd

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8 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

vaya, cronopio
parece que has tenido tu particular a mi manera, es así?

11:38 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Y con constatación de la certeza del humo...

8:58 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

El reloj (blog) se quedó parado...¡a las cuatro y cinco de la tarde!

A ver si sirve esto como despertador, y reaaranca el blog...

7:32 p. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

Usuario anónimo: Pues sí, tuve mi particular A mi manera. Y fue realmente extraordinario. Carmen Martín Gaite dijo que "La libertad es para soñarla". No digo que no tenga razón, pero yo pienso (y me costó toda una vida conquistar este pensamiento) que, como dijera André Bretón: "Únicamente la palabra libertad tiene el poder de exaltarme. Me parece justo y bueno mantener indefinidamente este viejo fanatismo humano." Eso pensaba yo, montado en un avión, sólo y en busca de... Mientras ABSOLUTAMENTE nadie sabía de mi paradero.. Y oiga usted: ¡Fue fantástico!

10:01 p. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

Popaul: ya estoy de vuelta de vacaciones (le llaman vacaciones a cualquier cosa, a morir a mano de los mosquitos, por ejemplo). Un día de estos hago la prueba del peso del humo y te lo cuento.

10:03 p. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

Popaul: lo del reloj es verídico. ¡Lo juro por Wilder! Por cierto, ¿te apetece visitar nuestra web de Literatuya? Está en www.literatuya.com

10:06 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Me he acercado ahora mismo a ver la web esa. Parece contener cosas interesantes. Prometo asistir con calma.
Saludos.

11:11 p. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

O.K. Ya me dirás...

10:12 p. m.  

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