Pintar o hacer el amor. Oh, Madeleine, Madeleine...
Salir del cine después de haber visto una peli del estilo de Peindre ou faire l’amour no deja de representar un dilema. Peor todavía que el de Madeleine. Ya saben: pintar o hacer el amor. Con Peindre... uno se mueve constantemente en la frontera, un tanto diletante, es cierto, entre lo natural y sencillo y lo insólito e inesperado. Aclaremos que no es la típica película que “se deja ver”. Aclaremos también que no me esperaba una película así. Que no sabría decir si me pareció profunda o todo lo contrario, un tanto artificiosa. En todo caso Una película aparentemente cuidadosa, con esa plácida atmósfera de delicada poesía digna del mejor Rohmer. Un film al estilo de Le Genou de Claire, aunque más directa en lo que al sexo se refiere. Puestas así de difíciles las cosas (recordemos: hace mucho calor en la calle Verdi, tenemos sed y todos los bares están a rebosar), finalmente encuentro una respuesta digna de un tonto en apuros: ¡Es muy francesa!
Es muy francesa, le digo a mi acompañante y ella, benévola, me responde que efectivamente, que esa es la palabra, muy francesa: tan exquisita en los modales, todo tan en su sitio, profusos mon cheri y mucho “glamour”, que no en vano la palabra es francesa. Un Daniel Auteil efectivo como siempre, y una Sabine Azema (Madeleine) hermosa y exuberante en su elegante madurez. ¡Y por Dios! Un Sergi López haciendo de alcalde ciego que te cagas. Fantástico este López, con su francés macarrónico que llena la pantalla con ese aquí estoy porque he venido que le ha hecho tan inconfundible.
Pues sí, tanto circunloquio para decir que la película me gustó, aunque fuera demasiado francesa. ¿Y eso de francesa qué quiere decir, señor Morsa, acotará Popaul, a quién no se les escapa una? Y yo, como siempre no sabré que contestarle. Bueno, sí. Alguna cosa. Pienso en esas pelis francesas, en las que el savoir-faire es tres important y en las que el té se sirve con bandeja, servilleta y un clavel en un pequeño cubilete de cristal. Esas pelis en las que madame se echa un amante con esa misma sencillez y naturalidad con la que se toma un Pernod Ricard y cruza sus hermosas piernas en la terraza del Boulevard Saint Germain. ¡Ah... Los franceses! Inventores, al fin y al cabo, de aquella frase tan chic: fair l’amour. Y de l’amour fou. Y de tantas cosas, y no digamos del ménage à trois.
Aunque, puestos a no saber contestar, tampoco me atrevería a responder con convicción a la pregunta de la crítica: “¿Todavía hay vida después de treinta años de matrimonio? Oigan, a mí que me registren. Lo que sí puedo decir es que Madeleine (OH, Madeleine, Madeleine...) se merecía aquella casa, y que Adán la confundiera (?) con Eva. Adán, Eva y el Paraíso Terrenal. Porque, en general, todos se merecían aquel montárselo tan guapo. Por otra parte, cuando vean la peli comprenderán porque últimamente me dedico a visitar fincas rústicas en venta.
Arnaud Larrieu, Jean-Marie Larrieu: Pintar o hacer el amor. Peindre Ou Faire L'amour. Francia 2006. 1,40 min. Sabine Azéma (Madeleine), Daniel Auteuil (William), Amira Casar (Eva), Sergi López (Adán), Philippe Katerine, Hélène De Saint-Père, Sabine Haudepin, Roger Mirmont, Jacques Nolot, Marie-Pierre Chaix, Florence Loiret, Thiago Telès
Es muy francesa, le digo a mi acompañante y ella, benévola, me responde que efectivamente, que esa es la palabra, muy francesa: tan exquisita en los modales, todo tan en su sitio, profusos mon cheri y mucho “glamour”, que no en vano la palabra es francesa. Un Daniel Auteil efectivo como siempre, y una Sabine Azema (Madeleine) hermosa y exuberante en su elegante madurez. ¡Y por Dios! Un Sergi López haciendo de alcalde ciego que te cagas. Fantástico este López, con su francés macarrónico que llena la pantalla con ese aquí estoy porque he venido que le ha hecho tan inconfundible.
Pues sí, tanto circunloquio para decir que la película me gustó, aunque fuera demasiado francesa. ¿Y eso de francesa qué quiere decir, señor Morsa, acotará Popaul, a quién no se les escapa una? Y yo, como siempre no sabré que contestarle. Bueno, sí. Alguna cosa. Pienso en esas pelis francesas, en las que el savoir-faire es tres important y en las que el té se sirve con bandeja, servilleta y un clavel en un pequeño cubilete de cristal. Esas pelis en las que madame se echa un amante con esa misma sencillez y naturalidad con la que se toma un Pernod Ricard y cruza sus hermosas piernas en la terraza del Boulevard Saint Germain. ¡Ah... Los franceses! Inventores, al fin y al cabo, de aquella frase tan chic: fair l’amour. Y de l’amour fou. Y de tantas cosas, y no digamos del ménage à trois.
Aunque, puestos a no saber contestar, tampoco me atrevería a responder con convicción a la pregunta de la crítica: “¿Todavía hay vida después de treinta años de matrimonio? Oigan, a mí que me registren. Lo que sí puedo decir es que Madeleine (OH, Madeleine, Madeleine...) se merecía aquella casa, y que Adán la confundiera (?) con Eva. Adán, Eva y el Paraíso Terrenal. Porque, en general, todos se merecían aquel montárselo tan guapo. Por otra parte, cuando vean la peli comprenderán porque últimamente me dedico a visitar fincas rústicas en venta.
Arnaud Larrieu, Jean-Marie Larrieu: Pintar o hacer el amor. Peindre Ou Faire L'amour. Francia 2006. 1,40 min. Sabine Azéma (Madeleine), Daniel Auteuil (William), Amira Casar (Eva), Sergi López (Adán), Philippe Katerine, Hélène De Saint-Père, Sabine Haudepin, Roger Mirmont, Jacques Nolot, Marie-Pierre Chaix, Florence Loiret, Thiago Telès
Etiquetas: cine
2 comentarios:
Sí: la situación inmobiliaria en Francia debe ser diferente a la de por aquí, o bien esto del pronóstio del tiempo, aunque sea con tan mala pata como la del personaje de D.Auteil, da para mucho.
En cualquier caso, Morsa: deja de buscar: eso ya no existe.
Jajajaja... es cierto. ¿De qué van los hermanos Larrieu? Me dejé de comentar que la "historia" de los visitantes/compradores de fincas que van de "cama redonda" no cuela ni a la francesa. ¡Vamos, hombre!
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