14.3.06

Vagar siempre lo hace uno por separado...


Dice la dependienta de la ferretería, una mujer de belleza dominical, grande y espléndida, proporcionada en las partes visibles de su cuerpo, es decir, de cintura para arriba, porque allí la tenéis, tras el mostrador, exuberante como Kim Novak. Ella es del tipo rubia teñida sin complejos y brilla con esa sonrisa de haber disfrutado de lo lindo de sus vacaciones en La Escala .
Y, a pesar de de su atractivo, no hay glamour en su vestuario, porque eso está destinado a las pretorianas que gastan tallas inferiores a la 40. Las pretorianas, me parece a mí, tienen algo de falso, de chica de pasarela que se provoca el vómito después de cada comida. Se las detecta preferentemente por su cara de espanto ante un plato de pasta fresca o un delicioso par de donuts. Se pasean a sí mismas con sus andares romanos, con sus cinturas de porcelana, sus largas piernas y su garbo famélico por el centro de la ciudad, Paseo de Gracia y Ensanche, aunque todavía las hay más "temibles" en Sarriá y a lo largo de la Diagonal, hasta Francesc Macià. Territorio comanche, que digo yo.
Volviendo a la dependienta de la ferretería, me asegura que la plancha Mulinex que va a venderme es de lo mejorcito. Bueno y barato (36 euros). Con dispositivo de vapor y todo eso. Me dice que sobre las arrugas de la prenda eche primero el agua vaporizada (normal o destilada) y luego con el otro botón le dé al vapor y plis plas, un poco de destreza, las cuatro palabras mágicas y, ¡Zas!, la camisa como nueva. Y es en ese preciso momento, cuando comprende que yo todavía no he empezado mis vacaciones y por eso mismo tengo el estrés roñoso y las pupilas dilatadas.
Y es al comprobar que me he colgado literalmente de ese triángulo mágico que forman sus labios carnosos y gentiles y su mandíbula de artista de cine, que insiste de forma harto convincente, que persiste y me dice que ahora está en la mejor disposición para venderme una tabla de planchar. De las de agujeros, que son las mejores. Imprescindible, oiga. Ahora mismo no tengo pero vuelva otro día, si quiere. Y también me ofrece sus clases de cocina. En las que cada vez hay más hombres, afirma, mientras sonríe.
Y yo le digo, es usted capaz de venderme una lavadora cuando vengo a comprar una plancha, y ella responde, no tengo lavadoras que si no....
Y no puedo resistirme más. Le pago por adelantado la tabla de planchar y, además, me llevo una cafetera Mulinex, ya que nunca se sabe, con lo difícil que se ha puesto encontrar arandelas de goma para el filtro, no se puede vivir con una sola cafetera. Y me largo, arrastrando mi estrés roñoso, pero también la cafetera, la plancha y la tabla (¡como si la llevara!). Así soy yo. Me gusta vagar cargado con todas mis ilusiones y trastos a cuestas. Porque, como dijera Kim Novak en Vértigo, “Vagar siempre lo hace uno por separado. Cuando van dos juntos siempre van a alguna parte.”
Vertigo. Alfred Hitchcok. Estados Unidos, 1958. Basada en la novela D'entre les morts, de Pierre Boileau y Thomas Narcejac. Fotografía de Robert Burks. Música de Bernhard Herrmann. Reparto: James Stewart, Kim Novak, Barbara Bel Geddes, Tom Helmore, Henry Jones, Raymond Bailey, Ellen Corby, Lee Patrick.

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2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Capitán Cronopio:
a sus órdenes, déjeme pensar la semblanza del tal haouse para la nueva sección de cronopios insignes (hasta podríamos dar un premio anual, al cronopio insigne o algo así, y entregarlo en una gala-literaria y todo, venga....)

post post, o p.p.- No había leído su comentario hasta hoy.

En mi blog le he dejado la receta de la fideuà vilanovina y un poema, cortesía amigal.

7:48 p. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

Amigo antonio las vegas...
¿Conoces la última de House?
Conversación entre los doctores House y Foreman (el negro):
Foreman: ¿Por qué me pinchas tanto?
House: Es mi estilo... ¿Ha subido últimamente?
F.: Pues sí.
H.: Entonces descartamos el racismo, porque ayer eras tan negro como hoy.

12:21 p. m.  

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