Lawrence de Arabia: Agente doble muy especial
T.E. LAWRENCE: Los siete pilares de la sabiduría (The seven Pillars of Wisdom) 1926, Júcar Universidad, 1986. Traducción de Alberto Cardín, con bastantes imperfecciones. La edición, por otra parte, contiene bastantes errores tipográficos, por lo que se recomienda buscar otra edición.
Para empezar diré que este libro tiene tres cosas en su contra. Primera: el título. Demasiado pomposo, puede llevar al lector al equívoco de pensar que quizás se trate de un objeto arrojadizo. Segundo. Las 50 primeras páginas, quizás las únicas en la que el autor pretende “justificar filosóficamente” el por qué de tal título. Y tercera: las aproximadamente 1000 páginas, repartidas en dos volúmenes, pueden parecer un argumento definitivo para muchos timoratos. Salvados estos escollos, sin embargo, empieza la gozada. Sorprendente por su calidad literaria y todavía más por la enormidad de la historia y del personaje.
Para empezar diré que este libro tiene tres cosas en su contra. Primera: el título. Demasiado pomposo, puede llevar al lector al equívoco de pensar que quizás se trate de un objeto arrojadizo. Segundo. Las 50 primeras páginas, quizás las únicas en la que el autor pretende “justificar filosóficamente” el por qué de tal título. Y tercera: las aproximadamente 1000 páginas, repartidas en dos volúmenes, pueden parecer un argumento definitivo para muchos timoratos. Salvados estos escollos, sin embargo, empieza la gozada. Sorprendente por su calidad literaria y todavía más por la enormidad de la historia y del personaje.
Los siete pilares.... narra la rebelión árabe contra los turcos, conducida por los aliados franceses e ingleses. Y lo hace de forma tan brillante que deja empequeñecida la conocida y famosa película de David Lean. Y ya que cito peli, os diré que era tan evidente, y por lo tanto, aceptado y asumido, que Lean y Bolt habían realizado los habituales "ajustes" del argumento con respecto al libro, que por eso mismo, me ha maravillado todavía más como Robert Bolt (guionista) y David Lean (director) consiguen reflejar tan fielmente la contradictoria, ambigua y oscura personalidad de Lorens. Y aquí incluyo, por supuesto, el hecho fundamental de que Lorens era plenamente consciente de la fragrante dualidad que personificaba. Como agente de los intereses imperialistas de Gran Bretaña y Francia y, a la vez, como sincero (y utópico) defensor de la unidad e independencia árabe.
Esta contradicción la llevaba, todo sea dicho, con suma elegancia, aunque le pasara factura mortificándolo de vez en cuando. En esto el libro es claro y diáfano, hecho que revaloriza, a mi modo de ver, su autenticidad. Para los que habéis visto la peli, ¿recordáis cuando Lorens "ejecuta" a Hamed para evitar una revuelta tribal? Pues así la narra T.E. Lawrence (Primicia):
WADI KITAN
“Se revolvió entonces en mí el horror que llevaría al hombre civilizado a rehuir la justicia como una plaga, de no tener a los miserables para colgarlos como prenda. Había otros marroquís en nuestro ejército; y dejar a los ageyl matar a uno en una venganza de sangre hubiera significado poner en peligro nuestra unidad. Debía de haber una ejecución formal, al cabo, a la desesperada, le dije a Hamed que debía morir como castigo, haciendo renacer sobre mí mismo el peso de su muerte. tal vez a mí no me considerarían cualificado para una venganza de sangre. Al menos no había ninguna venganza contra mis seguidores; ya que yo era un extraño en su parentela.
“Le hice penetrar en una estrecha hondonada del espolón rocoso, un húmedo y umbroso lugar recubierto de arbolado. Su arenoso suelo había sido excavado por los arroyamientos que desde el acantilado había provocado la reciente lluvia. Las paredes caían verticales. Me situé en la entrada y le di unos pocos momentos de tregua, que el gastó llorando en tierra. Luego, lo hice levantarse y le disparé en el pecho. Cayó redondo sobre los hierbajos profiriendo un grito, mientras la sangre manchaba sus ropas a borbotones, y él venía rodando entre espasmos hasta casi donde yo me hallaba. Le disparé de nuevo, pero seguía moviéndose de modo que le acerté en la muñeca. Seguía gritando, con menos fuerza, yaciendo ahora boca arriba con los pies en mi dirección, y yo me incliné hacia él y le disparé por última vez en la parte carnosa del cuello, bajo la mandíbula. Su cuerpo retembló ligeramente, y yo llamé a los ageyl; que lo enterraron en el mismo hondón donde se hallaba. Poco después la insomne noche cayó sobre mí, hasta que, horas antes de salir el sol, levanté a los hombres y los hice cargar las bestias, en mi deseo de abandonar cuanto antes Wadi Kitan. Tuvieron que auparme en la silla. (Pág. 261)
WADI KITAN
“Se revolvió entonces en mí el horror que llevaría al hombre civilizado a rehuir la justicia como una plaga, de no tener a los miserables para colgarlos como prenda. Había otros marroquís en nuestro ejército; y dejar a los ageyl matar a uno en una venganza de sangre hubiera significado poner en peligro nuestra unidad. Debía de haber una ejecución formal, al cabo, a la desesperada, le dije a Hamed que debía morir como castigo, haciendo renacer sobre mí mismo el peso de su muerte. tal vez a mí no me considerarían cualificado para una venganza de sangre. Al menos no había ninguna venganza contra mis seguidores; ya que yo era un extraño en su parentela.
“Le hice penetrar en una estrecha hondonada del espolón rocoso, un húmedo y umbroso lugar recubierto de arbolado. Su arenoso suelo había sido excavado por los arroyamientos que desde el acantilado había provocado la reciente lluvia. Las paredes caían verticales. Me situé en la entrada y le di unos pocos momentos de tregua, que el gastó llorando en tierra. Luego, lo hice levantarse y le disparé en el pecho. Cayó redondo sobre los hierbajos profiriendo un grito, mientras la sangre manchaba sus ropas a borbotones, y él venía rodando entre espasmos hasta casi donde yo me hallaba. Le disparé de nuevo, pero seguía moviéndose de modo que le acerté en la muñeca. Seguía gritando, con menos fuerza, yaciendo ahora boca arriba con los pies en mi dirección, y yo me incliné hacia él y le disparé por última vez en la parte carnosa del cuello, bajo la mandíbula. Su cuerpo retembló ligeramente, y yo llamé a los ageyl; que lo enterraron en el mismo hondón donde se hallaba. Poco después la insomne noche cayó sobre mí, hasta que, horas antes de salir el sol, levanté a los hombres y los hice cargar las bestias, en mi deseo de abandonar cuanto antes Wadi Kitan. Tuvieron que auparme en la silla. (Pág. 261)
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1 comentarios:
En el viejo hotel Baron de Alepo, cuando asomamos la cabeza por la puerta, un tanto asombrados de que sea precisamente eso ese hotel tan famoso, están fregando con abundante agua el ajedreceado suelo. Emprendemos diligentes la retirada, pero el que parece ser el director del hotel nos invita a pasar al salón. Una vez allí, nos muestra una desvencijada vitrina, llena de polvo. Dentro, junto a otros objetos, un dibujo a lápiz de T.E.Lawrence, inquilino del hotel de la ciudad servida por el Orient Express... Hay mundos exóticos, pero están ahí cerca.
Sigue escribiendo, y abriendo ventanas, por favor.
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