25.2.06

Atracción fatal

King Kong (King Kong). EUA 2005 Peter Jackson. Frances Walsh, Philippa Boyens (Basado en la historia de Merian C. Cooper y Edgar Wallace) Naomi Watts, Adrien Brody, Jack Black
Un grupo de exploradores visita Skull Island para investigar todo lo relacionado con las leyendas del gorila gigante llamado Kong. Kina Kong, sin embargo, es algo real, en una jungla donde criaturas prehistóricas han vivido protegidas durante millones de años. Una mujer, capaz de atraer al gorila, logra el traslado a Nueva York, donde su futuro es incierto.

¿Qué decir de King Kong? ¿Demasiado larga? ¡Por favor! ¡Perdónenme! Eso sólo asusta a los melifluos, padres de familia angustiados y carne de cañón de tele series. ¿Quién no se ha pegado un chute con una buena dosis, modalidad doble sesión? De Quentin Tarantino (Reservoir dogs, 1992 y Pulp Fiction, 1994). De Francis Ford Copola (The Godfather 1 parte 1972 y The Dodfather 2 parte, 1974). De Doug Liman (The Bourne identity, 2002) y Paul Greengrass (The Bourne supremacy, 2004). De Basil Dearden (Khartoum, 1966) y Las cuatro plumas, The four feathers (Zoltan Korda, 1939). De Ridley Scott (Alien 1979) y James Cameron (Aliens, 1986). Y así podríamos seguir... Y eso sin salirnos del género de aventuras y otras hierbas.
Miren. Paso de comparaciones, aunque, bien pensado, el deshabillé de Kong a Jessica Lange en la segunda versión (King Kong, John Guillermin, 1976), no lo mejora nadie. Y todo el aire naif, de cartón piedra, de película de serie B (¡pero vaya serie B!), con su B/N y sus maravillosos efectos especiales del taller de mi abuelo, aeroplanos incluidos, de la primera versión (King Kong, Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack 1933), eso mola cantidad.
Ya les dije que no me gustan las comparaciones. King Kong es una de esas películas que da gusto ver, entre otras cosas para no perderle el gusto al cine, a la aventura y al entretenimiento. Oigan: genial la ambientación gore de los oriundos de la isla de marras. Lástima que el Jackson no le saque más partido. Y puestos a joder, diré que se podían haber ahorrado a Jack Black, porque el pobre nunca repetirá su excelsa interpretación en High Fidelity (Stephen Frears, 2000). Pero, sobre todo, al señor Jackson se le ha ido la mano con el love story final entre Kong y la Watts. O sería mejor decir entre la Watts y Kong, que al fin y al cabo Kong siempre está en su papel, que para eso es el rey, mientras que la Watts... pues miren, vale que con la emoción del momento sienta esa extraña atracción fatal hacia Kong (claro que para atracción fatal la de Kong por la Watts, que ahí se pierde el pobre), pero de eso a que se pirre por sus morritos...
Aunque, francamente, lo que más eché a faltar fue a la oscura y famélica turba de los super boys, los propietarios de la isla, aullando ¡KONG! ¡KONG! ¡KONG!

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