EL Intrépido Doctor House
(No soy terminal, sólo patético)
Cada noche, de 11 a 12 aproximadamente, disfruto con las peripecias del Doctor House en el Canal Fox (núm. 21). Los parabólico-no-adictos pueden, sin embargo, ver el capítulo semanal que ofrece Canal 4, los martes por la noche (22,00 horas).
Sí, ya sé lo que me van a decir: ¡Oh. No. Otra serie de hospitales! Pero, atiéndanme: ésta tiene algunos elementos que la hacen diferente y novedosa. Y puede que hasta original. Pero, sobre todo, divertida. En todo caso, una serie interesante.
¿Y por qué? Ante todo por el intrépido Doctor Gregory House (Hugh Laurie), cuyo lema es: No soy terminal, sólo patético.
Con una presentación así ¿Quién se resiste? Yo no, por supuesto. Y es que House, arrastra su ostentosa y dolorosa cojera por los pasillos del hospital con su indumentaria de paisano (dice que la bata le pica, JO, JO, JO) y sus malas maneras al estilo de un renqueante y desaliñado inspector de homicidios. De vez en cuando, House echa mano al bolsillo de su chaqueta y se traga un puñado de calmantes. Soy un adicto, dice, y además sufro cantidad. Y esto no lo hace menos feroz, ni menos chistoso. Sí, estamos hablando de ese individuo al que le gusta joder a los miembros de su equipo y que de vez en cuando se salta todas las normas del hospital para salvarle el culo a algún paciente moroso o más desgraciado que el pupas. El mismo del que todos dicen que lleva un letrero de NO MOLESTEN estampado en la frente.
House es una especie de Perry Mason de la medicina, pero sin silla de ruedas, con más mala leche y más simpático, capitán de los sin bata, desagradable cuando quiere, chistoso siempre, y asquerosamente directo cuando conviene, pero con un ojo clínico que para sí querría mi médico de cabecera. Dirige un equipo de jóvenes lumbreras (él los llama listillos para joder) que se dedican a resolver los casos que los demás médicos no saben o no pueden resolver.
A mí, aparte la impetuosa personalidad de House, lo que más me divierte (o interesa) de la serie es que cada episodio se basa en un derroche de continuos y sucesivos ERRORES, una cadena que no acaba hasta que el paciente se cura o, sencillamente, estira la pata. Errores de diagnóstico, de apreciación, de intuición, de interpretación de pruebas clínicas, que se gasta el equipo, hasta llegar al “diagnóstico correcto” (muerte o sanación). Es decir, nos hallamos ante un pequeño breviario de la historia de la ciencia en general y de la medicina en particular, ese morboso juego del descarte (los que han pasado por eso ya saben de que hablo). El famoso método del ensayo-error.
Y todo esto surgió de mi relectura (aprovechando esta maldita bronquitis que me tiene en cama) del librito de Ray Porter, “Breve historia de la medicina”, que en su página 22 dice, muy astutamente: “En respuesta a esa persistente pregunta, “¿por qué yo?”, a menudo las enfermedades se han personificado, se han considerado castigos o se les ha otorgado un significado moral”.
Cada noche, de 11 a 12 aproximadamente, disfruto con las peripecias del Doctor House en el Canal Fox (núm. 21). Los parabólico-no-adictos pueden, sin embargo, ver el capítulo semanal que ofrece Canal 4, los martes por la noche (22,00 horas).
Sí, ya sé lo que me van a decir: ¡Oh. No. Otra serie de hospitales! Pero, atiéndanme: ésta tiene algunos elementos que la hacen diferente y novedosa. Y puede que hasta original. Pero, sobre todo, divertida. En todo caso, una serie interesante.
¿Y por qué? Ante todo por el intrépido Doctor Gregory House (Hugh Laurie), cuyo lema es: No soy terminal, sólo patético.
Con una presentación así ¿Quién se resiste? Yo no, por supuesto. Y es que House, arrastra su ostentosa y dolorosa cojera por los pasillos del hospital con su indumentaria de paisano (dice que la bata le pica, JO, JO, JO) y sus malas maneras al estilo de un renqueante y desaliñado inspector de homicidios. De vez en cuando, House echa mano al bolsillo de su chaqueta y se traga un puñado de calmantes. Soy un adicto, dice, y además sufro cantidad. Y esto no lo hace menos feroz, ni menos chistoso. Sí, estamos hablando de ese individuo al que le gusta joder a los miembros de su equipo y que de vez en cuando se salta todas las normas del hospital para salvarle el culo a algún paciente moroso o más desgraciado que el pupas. El mismo del que todos dicen que lleva un letrero de NO MOLESTEN estampado en la frente.
House es una especie de Perry Mason de la medicina, pero sin silla de ruedas, con más mala leche y más simpático, capitán de los sin bata, desagradable cuando quiere, chistoso siempre, y asquerosamente directo cuando conviene, pero con un ojo clínico que para sí querría mi médico de cabecera. Dirige un equipo de jóvenes lumbreras (él los llama listillos para joder) que se dedican a resolver los casos que los demás médicos no saben o no pueden resolver.
A mí, aparte la impetuosa personalidad de House, lo que más me divierte (o interesa) de la serie es que cada episodio se basa en un derroche de continuos y sucesivos ERRORES, una cadena que no acaba hasta que el paciente se cura o, sencillamente, estira la pata. Errores de diagnóstico, de apreciación, de intuición, de interpretación de pruebas clínicas, que se gasta el equipo, hasta llegar al “diagnóstico correcto” (muerte o sanación). Es decir, nos hallamos ante un pequeño breviario de la historia de la ciencia en general y de la medicina en particular, ese morboso juego del descarte (los que han pasado por eso ya saben de que hablo). El famoso método del ensayo-error.
Y todo esto surgió de mi relectura (aprovechando esta maldita bronquitis que me tiene en cama) del librito de Ray Porter, “Breve historia de la medicina”, que en su página 22 dice, muy astutamente: “En respuesta a esa persistente pregunta, “¿por qué yo?”, a menudo las enfermedades se han personificado, se han considerado castigos o se les ha otorgado un significado moral”.
Aserto que encaja la mar de bien con el tipo de pacientes de House, y por lo demás, con la mayoría de enfermos en general, ya que quién no se hace la misma pregunta terminal, ¿por qué yo?, cuando el Capitán Ahab (léase, el Capitán House) acude con su cojera y su cara de detective cansado y te dice que la necrosis te está devorando el esqueleto y que te quedan tres meses de vida.
Y justo ahora que la cosa se anima con la llega del nuevo presidente de la Junta del hospital, una especie de magnate gordo con un dominio de las cuentas de resultados que te cagas.
El encuentro de los dos cocodrilos. Fue más o menos así:
- Está claro que a usted no le caigo bien.
Le dice House al nuevo Presi. Y prosigue:
- Y también está claro que usted me va a caer mal a mí, por la sencilla razón de que todo el mundo me cae mal.
- (...)
- Así que como para echarme necesita el voto unánime del consejo, y no lo tiene, lo mejor que podemos hacer es no perder más el tiempo e ignorarnos a partir de ahora.
Y justo ahora que la cosa se anima con la llega del nuevo presidente de la Junta del hospital, una especie de magnate gordo con un dominio de las cuentas de resultados que te cagas.
El encuentro de los dos cocodrilos. Fue más o menos así:
- Está claro que a usted no le caigo bien.
Le dice House al nuevo Presi. Y prosigue:
- Y también está claro que usted me va a caer mal a mí, por la sencilla razón de que todo el mundo me cae mal.
- (...)
- Así que como para echarme necesita el voto unánime del consejo, y no lo tiene, lo mejor que podemos hacer es no perder más el tiempo e ignorarnos a partir de ahora.
Etiquetas: cine
6 comentarios:
Hola, Montfort.
Visto lo que dices de la serie, esto hay que verlo.
Sólo le faltaría una cosa a nuestro gran doctor: ¿no fuma?
Mierda, yo lo dejé hace 7 meses.
Un abrazo,
Ugarte
No, amigo, no fuma, al menos en el hospital, je, je, aunque vete a saber, quizás parte de su mal(buen) humor sea por eso.
Pronto te envío los cuentos
Un abrazo
Arturo
Enhorabuena por el blog, prometo visitarlo a menudo. Nosotros también somos seguidores del personaje más cabroncete de la medicina televisiva. Su sentido del humor y su mala leche son inigualables...
Besos
Ana
Arturo, está bien tu blog, voy a mirarlo a menudo. Veo que, entre una cosa y otra, estás muy ocupado. Esta serie no la conozco. Aquí en estos países bajo el nivel del mar dan una que se llama "'Great Anatomy".
Un saludo de una cronopia desde el país sin montañas,ya sabes.
Tendré que empezar un blog desde aquí...
Amigos "housinianos"... atención a la última:
Conversación entre los doctores House (el cabroncete) y Foreman (el negro):
Foreman: ¿Por qué me pinchas tanto?
House: Es mi estilo... ¿Ha subido últimamente?
F.: Pues sí.
H.: Entonces descartamos el racismo, porque ayer eras tan negro como hoy.
Querida Ana:
Gracias por visitarme. Las morsas somos agradecidas, nos encantan los mimitos casi más que a los humanos, aunque sean sutiles.
Por cierto, me tomé la libertad de copiar tu artículo sobre la peli de los vaqueros gays e incluirla en el mío. Como comentario, claro. Por aquello del contraste de pareceres. Espero que no te moleste.
Hasta blognto
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