Pasar por el aro
“Tengo piercings en una ceja y en las orejas. Estoy pensando ponerme un aro en la punta del pene. ¿A las mujeres les gustan? ¿Mi falo parecerá más grande? ¿Viviré con más placer mis relaciones? ¿Puede ser peligroso?
Todos adornamos nuestros cuerpos de uno u otro modo: con peinados, ropa, joyas... Hay distintos tipos de piercings en el pene; supongo que tú estás pensando en un Dydoe, que atraviesa los borde inferior y superior de la corona, o un Príncipe Alberto –llamado así por el esposo de la reina Victoria de Inglaterra-, que penetra en la uretra y sale por el frenillo. Estos anillados pueden provocar infecciones, y mientras para unos hombres aumenta la sensibilidad en la zona, para otros no. Tendrás que ser cuidadoso con la limpieza. Tu miembro no parecerá mayor, podrás jugar con el aro y habrá dificultades en ciertas prácticas eróticas, pero se puede quitar y volver a poner cuando quieras. A la mayoría de las mujeres no les gusta estos adornos, pero hay de todo; algunas personas encuentran belleza en un cuerpo agujereado y/o tatuado al estilo Robert de Niro en El cabo del miedo. El mal gusto es epatante para unos y atractivo para otros.
Pasar por el aro
Consultorio Vampirella
EL PAÍS, EP3, 4 de mayo de 2007, Pág. 29
Príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha
Todos adornamos nuestros cuerpos de uno u otro modo: con peinados, ropa, joyas... Hay distintos tipos de piercings en el pene; supongo que tú estás pensando en un Dydoe, que atraviesa los borde inferior y superior de la corona, o un Príncipe Alberto –llamado así por el esposo de la reina Victoria de Inglaterra-, que penetra en la uretra y sale por el frenillo. Estos anillados pueden provocar infecciones, y mientras para unos hombres aumenta la sensibilidad en la zona, para otros no. Tendrás que ser cuidadoso con la limpieza. Tu miembro no parecerá mayor, podrás jugar con el aro y habrá dificultades en ciertas prácticas eróticas, pero se puede quitar y volver a poner cuando quieras. A la mayoría de las mujeres no les gusta estos adornos, pero hay de todo; algunas personas encuentran belleza en un cuerpo agujereado y/o tatuado al estilo Robert de Niro en El cabo del miedo. El mal gusto es epatante para unos y atractivo para otros.
Pasar por el aro
Consultorio Vampirella
EL PAÍS, EP3, 4 de mayo de 2007, Pág. 29
Príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha
Etiquetas: crónicas
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