Xavier Sabater : Saba Sanyo Casio…
''No es verdad que todo esté hecho. Todo está por hacer y lo haremos nosotros.''
Conocí a Xavier Sabater en los principios de los años setenta, cuando las reminiscencias del mayo del 68 nos perseguían con sus cantos de sirena, aunque a cada uno según el rollo en el que andaba metido. Lo cierto es que, cuando aún quedaban montones de aguerridos “guerrilleros” urbanos que -siguiendo a Gabriel Celaya y Blas de Otero- pensaban que la poesía era un arma cargada de futuro, y nosotros simple y llanamente aspirábamos –casi sin saberlo- a ser los canallas de la última generación del tardo franquismo.
Por eso mismo, además de tomar al asalto la Plaza del Rey, la de San Felip Neri, el Bar London y el viejo Zeleste, fundamos la revista “Muerte de Narciso”, en la que Sabater publicó sus poemas infernales (y también Pere Marcilla, Pau Maragall, Francesc Fanés, Enric Casasses, Genís Cano, Emilio Cortavitarte, Paco Gallardo y alguno más). Sabater tenía, debo decirlo, el mismo aspecto jovial y risueño que hoy, aunque lucía unas “melenas” de AHÍ TE QUIERO VER. De toda aquella perrería, que yo sepa, y hasta nueva orden, él es el único que se mantiene activo y convulso, entusiasta, innovador y firme en la barricada.
“Biodraminas” era el apelativo cariñoso por el que muchos lo conocían. También llamado “El superviviente”, a mí siempre me ha gustado referirme a él como “Saba Sanyo”, en honor a uno de sus poemas más impactantes: Saba Sanyo Casio. Xavier Sabater, ¿saben? tiene ese carácter serio y entrañable a la vez, que lo hace tan próximo, tan amigo de sus colegas. A lo largo de los años se ha convertido en un referente de lo que en un tiempo se llamó contracultura y ahora es, simplemente, una realidad. Un maestro de la acción poética, del gesto poético tanto en sus múltiples formas de expresión como en la conceptualizad que las sostiene, y en eso Xavier se lo toma muy en serio. Todo ello, cuidadoso con “sus poetas”, entusiasta en lo que hace y valiente como nadie hace de Sabater un agitador de la polipoesía, en el sentido más noble de la expresión. Sin tipos como él, el mundo sería, ¿cómo decirlo?, más aburrido e inanimado, más normal, más mojigato y reglamentario, más moco que pañuelo, más papanata que patata. En definitiva, más imbécil.
Conocí a Xavier Sabater en los principios de los años setenta, cuando las reminiscencias del mayo del 68 nos perseguían con sus cantos de sirena, aunque a cada uno según el rollo en el que andaba metido. Lo cierto es que, cuando aún quedaban montones de aguerridos “guerrilleros” urbanos que -siguiendo a Gabriel Celaya y Blas de Otero- pensaban que la poesía era un arma cargada de futuro, y nosotros simple y llanamente aspirábamos –casi sin saberlo- a ser los canallas de la última generación del tardo franquismo.
Por eso mismo, además de tomar al asalto la Plaza del Rey, la de San Felip Neri, el Bar London y el viejo Zeleste, fundamos la revista “Muerte de Narciso”, en la que Sabater publicó sus poemas infernales (y también Pere Marcilla, Pau Maragall, Francesc Fanés, Enric Casasses, Genís Cano, Emilio Cortavitarte, Paco Gallardo y alguno más). Sabater tenía, debo decirlo, el mismo aspecto jovial y risueño que hoy, aunque lucía unas “melenas” de AHÍ TE QUIERO VER. De toda aquella perrería, que yo sepa, y hasta nueva orden, él es el único que se mantiene activo y convulso, entusiasta, innovador y firme en la barricada.
“Biodraminas” era el apelativo cariñoso por el que muchos lo conocían. También llamado “El superviviente”, a mí siempre me ha gustado referirme a él como “Saba Sanyo”, en honor a uno de sus poemas más impactantes: Saba Sanyo Casio. Xavier Sabater, ¿saben? tiene ese carácter serio y entrañable a la vez, que lo hace tan próximo, tan amigo de sus colegas. A lo largo de los años se ha convertido en un referente de lo que en un tiempo se llamó contracultura y ahora es, simplemente, una realidad. Un maestro de la acción poética, del gesto poético tanto en sus múltiples formas de expresión como en la conceptualizad que las sostiene, y en eso Xavier se lo toma muy en serio. Todo ello, cuidadoso con “sus poetas”, entusiasta en lo que hace y valiente como nadie hace de Sabater un agitador de la polipoesía, en el sentido más noble de la expresión. Sin tipos como él, el mundo sería, ¿cómo decirlo?, más aburrido e inanimado, más normal, más mojigato y reglamentario, más moco que pañuelo, más papanata que patata. En definitiva, más imbécil.
“La polipoesía -dice Xavier Sabater- pretende desarrollar aspectos poéticos que van más allá de los literarios, es así como la poesía se convierte en fonética, sonora, electrónica, gestualizada, de acción, visual, objetual, musical, danzada o teatralizada. La gran variedad de posibilidades hace que los estilos actuales sean diversos y personales. Cada poeta desarrolla su propio estilo. La norma es: ''No es verdad que todo esté hecho. Todo está por hacer y lo haremos nosotros.''
Yo les recomendaría, claro está "Saba Sanyo Casio" [SABA-SANYO-CASIO. 1991. 2:45 min. Texto: Xavier Sabater]. Una crítica de la sociedad de consumo rebosante de humor, espléndida en su cacofonía, brillante en su ejecución, rotunda en su construcción semántica, tierna en su aparente inocencia. Y, sobre todo, ¡caramba!, muy divertida. Pero cualquiera de estos poemas sonoros sirve para salvar su piel (la de ustedes) de tanta roña cotidiana, tanto sargento del curro y del burro, tanta tontería de lo quiero fácil y sin masticar, tanto rumiante y piloto de pruebas que nos rodea, invade y atonta. Por algo utilicé uno de sus fragmentos para darles mi personal bienvenida en mi contestador telefónico, provocando iras y venidas. Pero ¿qué se creían? ¿Qué yo también me rendiría? Ni hablar.
http://www.archive.org/search.php?query=subject%3A%22XAVIER%20SABATER%22
Yo les recomendaría, claro está "Saba Sanyo Casio" [SABA-SANYO-CASIO. 1991. 2:45 min. Texto: Xavier Sabater]. Una crítica de la sociedad de consumo rebosante de humor, espléndida en su cacofonía, brillante en su ejecución, rotunda en su construcción semántica, tierna en su aparente inocencia. Y, sobre todo, ¡caramba!, muy divertida. Pero cualquiera de estos poemas sonoros sirve para salvar su piel (la de ustedes) de tanta roña cotidiana, tanto sargento del curro y del burro, tanta tontería de lo quiero fácil y sin masticar, tanto rumiante y piloto de pruebas que nos rodea, invade y atonta. Por algo utilicé uno de sus fragmentos para darles mi personal bienvenida en mi contestador telefónico, provocando iras y venidas. Pero ¿qué se creían? ¿Qué yo también me rendiría? Ni hablar.
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Etiquetas: Poesía
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