Los viernes
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También se acumulan postales a la cuál más curiosa, que me envía un personaje conocido aunque cada vez más misterioso y cuyo formato contraviene absolutamente todas las reglas de La Sociedad Estatal Correos y Telégrafos, y que, aún así, sus repartidores se saltan desde siempre con una generosidad que me conmueve. Siempre he querido pensar que, entre tanta correspondencia insulsa, estas modestas obras de artesanía les alegran el día.
En este sentido, Kafka era un verdadero caso clínico. Kakfa siempre era viernes. En una de sus cartas a Felice Bauer le decía: "el papel de cartas de este horriblemente desordenado corresponsal tuyo se acaba de terminar, y todos los vendedores de papel están durmiendo."
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