4.1.08

Leonardo y las sectas venenosas

Lo último que se le habría ocurrido a Leonardo sería reflexionar sobre los cinco minutos anteriores al Big Bang o cualquier otra cosa por el estilo. Demasiado para un currículo de míseros aprobados y seises condescendientes. Porque del colapso del Universo nada que decir. Callado como una tumba. Claro que tampoco Copérnico ni Einstein tenían la respuesta, ellos que habían luchado tanto para aclarar quién era quién, pero sobre todo, dónde y cuándo. Este mundo y los otros...
De estos y otros sujetos de alto vuelo le habló, en el aula, pero también en el café de la esquina, el profesor Oliveras, el más joven de la caterva de prejubilados que ejercían su pringoso pluriempleo en aquella academia de mala muerte. De él obtuvo la mejor enseñanza de su vida: la curiosidad, el ansia por ver a través de los muros de su ancestral y hereditaria ignorancia.
Lo que le ponía más enfermo a Leonardo, sin embargo, era la pregunta capital: ¿a dóndevamos?, atrapado como estaba por la estulticia de su ADN, sobre todo cuando se atascaba con cuestiones colaterales – nunca mejor dicho – como esa teoría, abstrusa donde las haya, que les explicó una tarde como otra cualquiera, el fracasado de Matemáticas y que apuntaba a la peregrina idea de que dos paralelas se juntan en el infinito, sin explicar acto seguido el cómo y el cuándo.
También estaba un tal Ulises, un tipo astuto dedicado al maquetismo, precursor de los efectos especiales. Vulnerable, sin embargo, al hechizo de los dioses, y no digamos al canto de las sirenas, siempre estaba de viaje de aquí para allá como un vulgar traficante de cocaína, cuando no urdidor de tramas innobles. Cabe decir que al hombre le encantaba hacerse esperar.
Y luego, mientras Leonardo descubría, conmocionado, Twist and Show, de un grupo musical más bien desconocido, llamado The Beatles, le tocó la mandala a las historias de moros y cristianos. Colectivos, ambos, integrantes de una variante de sectas (algunas de ellas, como la “Boletus Satanás”, además de letales, altamente tóxicas) de iluminados intrigantes, torturadores y asesinos que nos jodieron la historia, y puede que hasta la vida y, de paso, el calendario lunisolar babilónico y, ya puestos, el griego. Extremadamente crueles en su ansia de poder, presa de un delirio construido a partir de textos apócrifos de supuestos Mesías y Profetas de tres al cuarto y reescritos y corregidos vete a saber cuántas veces y con qué aviesas interpretaciones. Vaya broma más macabra, discurría Leonardo, escuchando interesado a Oliveras, su guía y mentor, no vayas Lawrence, estaba escrito.
Eso es lo que le dijo el moro al cristiano, al joven comandante británico, bautizado finalmente por las tribus árabes del desierto como Lawrence de Arabia, cuando a éste le dio el siroco y pretendió marcarse un tanto contradiciendo al destino. Ocurrió que un miembro de su expedición (cuya finalidad era tomar Achaba por el lado desguarnecido del desierto), compuesta de parias, mercenarios y asalariados del botín y la rapiña, se perdió en pleno desierto. Entonces todos exclamaron al unísono: "no vayas Lawrence, él ya está muerto, estaba escrito que tenía que morir". Pero Lawrence, otro iluminado que tal, en un gesto de puro exhibicionismo, apretó los dientes, frunció el ceño como sólo saben hacerlo los héroes del cómic, y volvió tras sus pasos para rescatar al dormilón.
Porque lo que ocurrió exactamente es que al beduino en cuestión no se le había ocurrido otra idea mejor que echarse una siestecita sobre su camello, porque, por mucho que digan los turistas, y como dejara bien claro Morfeo, el de “Matrix”, para aburrido el desierto de la realidad, y para mandala viajar a pleno sol. Así que con este personal, pensaba Leonardo, lo tenemos claro. Juntos justos y pecadores, no hay quién pueda con ellos. ¡Vaya pandilla de mamones!

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2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

El texto presenta una fastidiosa tendencia a escaparse por la derecha.
¿Se puede hacer algo para remediarlo, o es problema de mi configuración?
Saludos,

8:42 p. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

Prolemas de "edición", imponderables del destino o el Agente Smith de "Matrix Informática" que te arregla el trasto y te descompone el tinglado. Finalmente hemos hallado el origen del problema y parece que ya está arreglado.
¡Sólo queda un día de tortura y ya volveremos a la bella, ansiada y "hermosamente tediosa normalidad"!
Que así sea.

8:24 p. m.  

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