7.5.06

The Quiet Man


Ray Davies fue el fundador de The Kinks, una de las bandas míticas del rock británico de los sesenta. Eran tiempos de grupos como Status Quo, Small Faces (quienes con la llegada de Rod Stewart y Ron Wood pasarían a llamarse simplemente Faces), Ten Year Afters, Humble Pie, Manfred Mann, Who y tantos otros. También The Animals y Spencer Davis Group (con Steve Winwood que luego formaría Traffic) aunque estos últimos más inclinados por el rithm & blues.
Ray es un hombre tranquilo que pasea su porte de gentleman de la música rock. Su mirada cáustica, su donaire bromista (a lo clown) y su físico imponente quedan, sin embargo, superados por la conjunción de unos ojos de largo alcance y una sonrisa de amigo. La combinación se agradece. Da buen rollo.
Porque Ray gusta de debatir largos minutos, entre canción y canción, para castigo y penitencia de los que no entendemos un pijo de inglés). Nada de ¡Hola Barcelona! ni ¡Visca Catalunya!, ni banalidades al estilo de los rockers al uso. Ray es un tipo inteligente. Lo demostró, hace unos años, en su visita al Tívoli y lo ha hecho ahora en el Razzmatazz, ante un reducido grupo de incondicionales. Y digo incondicional porque... ¿Quién le niega el pan y la sal al grupo con el que, a tus dieciséis años sacabas de quicio a padres, profesores y demás gente de orden? Por eso mismo, por su estilo inconfundible, a los Kinks, sus incondicionales les llamábamos los kinkalleros.
Y pese a que ya hicieron bastante quebrando nuestros huesos, evitando con el ruido infernal de sus guitarras males mayores para nuestro educación sentimental, ayudándonos a sortear nuestro terrible futuro de atletas de oficina y babosos de los Beach Boys, aún así, Los Kinks, de la mano de Ray Davis, hicieron más que eso: supieron salvar la valla traidora de los sesenta y hacer buena música y cada vez música diferente. Es decir, siguieron dando caña (su distintivo de origen) al estilo de You Really Got Me o All Day And All Of The Night y, a la vez, consiguieron piezas realmente hermosas como Autumn Almanac, Waterloo Sunset, Days, Wonderboy, Lola...
Es realmente increíble, déjenme explayarme, que, después de tantos años, Davies sea capaz de construir otra magnífica canción - para poner un ejemplo - como The Tourist. El pasado sábado mi cuerpo ondeó (y flameó) al son de la armonía de esta canción, acompañado de mi hermano (otro virtuoso de la guitarra) y de un poquito de hierba, en la sala dos del Razzmatazz, donde un laico y respetuoso auditorio coreó entera la letra de Dead en street.
Pero no se engañen, tranquilo no quiere decir timorato. La salvaje danza que perpetramos los allí presentes con You Really Got Me - que cerró la sesión -, eso sólo está al alcance de una turba famélica, de ninguna manera dispuesta a rendirse ante una mierda de hipoteca o treinta años de más. ¡Ni hablar! Que todavía me duelen las agujetas del gusto que me dí...

Ray Davies, Razzmatazz, sábado 6 de mayo de 2006
Ray Davies: Other People’s Lives, 2006 V Music Limited

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