2.4.08

Mientras duerme


Cada mañana es una hora menos, no solamente hoy (habitual cambio de horario de primavera), mientras él dormía, que a las tres eran las cuatro, Cada mañana debe poner los relojes en hora porque es un hombre que utiliza los ojos y la cabeza, aunque también la ironía cuando conviene, y cuadernos sin pautar en los que escribe cosas que oye u observa, con su bolígrafo Plot punta fina y azul. El azul es su color preferido para escribir, cuando no lo hace en el ordenador. El amarillo para todo lo demás. Hay días en que esa telaraña de códigos, costumbres y reglamentos le hacen la vida más llevadera. Otros, sin embargo, resulta una pesada carga. También miente, o por eso mismo, con frecuencia, sobre todo cuando dice:
- Los Leo lo soportamos todo.
Mientras viaja en el metro, cada palabra pensada es tan ceniza sin una página en blanco que apenas oye el traqueteo del vagón. Él bastante tiene con acomodar el torbellino de su pensamiento a las palabras y frases, procurando que guarden algún sentido, intentando poner orden donde no lo hay, porque incluso las comas y los puntos van y se ponen de pie y empiezan a andar por sus meninges, convirtiendo una historia en una histeria, un cuento en una fórmula cuántica, reinventando una escena de domingo por la tarde, el fuego de la chimenea y el crepitar de sus llamas meciéndose entre una suma de silencios, y un pomo igualmente silencioso que gira sobre si misma para dar paso a la mano de un asesino con una navaja en la otra mano.
Admira a Hopper porque cada pintura suya encierra el germen de una historia estática y opaca, triste y melancólica – como ésta que está a punto de imaginarse - y quizás sea por eso que su propia fragilidad le haga buscar gente despiadada con la que congraciarse con un mundo que no hace concesiones a la bondad. Ha perdido dos kilos en el último mes y le gustaría tener un perro y un estudio más amplio desde donde poder ver el mar sin las barreras de los edificios y el mutismo de los tejados.
Su día perfecto siempre es mañana pero cada noche, mientras duerme, es una hora menos y a las tres son las cuatro, y entre una cosa y la otra algo debe ocurrir porque, justo ahora cuando, en el interregno del insomnio, se halla tan a gusto sentado en su sofá contemplando las llamas de la chimenea, sin saber si son las tres o las cuatro, escuchando plácidamente Stabat Mater, de Vivaldi, le ha parecido oír un leve ruido, algo así como un pomo girando sobre si mismo, una puerta abriéndose lentamente, empujada hábilmente por la mano de un asesino.
Texto: Arturo Montfort
Pintura: Edward Hooper. Office at Night, 1940.
Walker Art Center, Minneapolis, Minnesota
WebMuseum, París

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6 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Tampoco hay por qué preocuparse. Igual no se trata de un asesino, sino de aquél que va realizando esas curiosas contabilizaciones constantes: Número de árboles en la manzana, número de pisos en el edificio, número de puertas en el rellano, número de habitaciones en la casa, número de gente que habita en ese lapso de no tiempo, perdido entre las dos y tres horas del día del cambio horario.

Sigue así, por favor, Morsa, encontrando esos ámbitos habituales, pero de lo más misteriosos con sólo fijarse un ratillo...

Un saludo, Popaul

10:39 p. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

Jajaja, es cierto, ¿quién dijo miedo?
Bueno, parece que he encontrado una modesta fórmula para colciliar el “informe” con el “plot”, la intriga, como dirían los entendidos, la historia, el relato breve o lo que sea.
Gracias nuevamente por tu compañía y tu opinión

8:30 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Me gusta este texto, Arturo. Tiene algo de thriller, pero también le veo algo de Cortázar, no sé porqué.

Por cierto, rescaté de mi libreria de nuevo los libros de Cortázar. Voy a reelerlos uno de estos días.

Me envías un poco de sol? Aquí sembla que l'hivern no s'acaba mai!

Rosa

5:16 p. m.  
Blogger esme ha dicho...

Admiro a Hooper...pero más a tí, me ha gustado mucho este escrito entre horas.

10:23 p. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

Pues, Rosa, porque tiene algo de Cortazar, por no decir mucho
Concretamente, el final es un “modesto” homenaje (llamarlo plagio sería demasiado presuntuoso por mi parte) al relato de Julio “Continuidad en los parques”, uno de los cuentos más cortos de Julio.
Si pretendes releer a Cortazar te recomiendo este orden:
1.Bestiario
2.Octaedro
3.El perseguidor y otros cuentos
Cualquier otro comienzo puede ser un error de fatales consecuencias
Si prefieres empezar a releer por la novela, la única opción posible es empezar por
1.Los premios
Te enviaría un poco de sol pero me temo que fundiríamos los plomos
Arturo

5:54 a. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

Gracias querida Esme, sabía que podía fiarme de ti y que tarde o temprano aparecerías con tu desayuno de Van Gogh...

5:56 a. m.  

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