9.10.06

Quémate las cejas pensando en lo que te dé la gana



Haruki Murakami: TOKIO BLUES Norwegian Wood
“Te estoy escribiendo esta carta aprovechando que has ido a comprar unas Coca-Colas. Es la primera vez en mi vida que le escribo una carta a alguien que está sentado en un banco a mi lado. Pero es la nunca manera que he encontrado para comunicarme contigo. Porque apenas escuchas lo que digo, ¿no es cierto?
"Hoy me has hecho algo terrible. No te has dato cuenta siquiera de que he cambiado el peinado, ¿verdad? Después de tanto tiempo que he tardado en dejarme crecer el pelo, a finales de la semana pasada por fin logré hacerme un peinado más o menos femenino. Pero tú no te has dado cuenta. Y yo que pensaba que estaba bastante mona y que, después de estar tanto tiempo sin vernos, te sorprenderías..., pero no te has fijado. Esto es el colmo, ¿no crees? Quizá no recuerdes qué ropa llevaba puesta. Yo soy una chica. Por más cosas que tengas en la cabeza, ¡podrías prestarme un poco más de atención! Hubiera bastado con una frase al estilo: “Te sienta bien este peinado”. Te hubiera perdonado que fueras a la tuya, que pensaras en qué sé yo.
“Por esto te he dicho una mentira. No es cierto que hay quedado con mi hermana en Ginza. Hoy pensaba pasar la noche en tu casa. Dentro del bolso llevo el pijama y el cepillo de dientes. ¡Ja, ja, ja! Parezco idiota. Si no me has invitado... En fin, te importo un rábano y, por lo visto, quieres estar solo, así que te dejaré en paz. Quémate las cejas pensando en lo que te dé la gana.
“No creas que estoy enfadada contigo. Sólo estoy triste. Porque tú has sido muy amable conmigo y, a cambio, no he sabido ayudarte. Tú siempre estás encerrado en tu propio mundo y, cuando llamo a la puerta, “toc, toc”, te limitas a levantar la cabeza antes de volver a encerrarte.
“Ahora te acercas con las Coca-Colas. Parece que tengas la cabeza en las nubes. He deseado que tropezaras, pero no te has caído. Ahora acabas de sentarte a mi lado, te estás bebiendo la Coca-Cola a sorbos. Deseaba que al volver hubieras caído en la cuenta y al fin me dijeras: “¡Anda, pero si te has cambiado de peinado!”. Pero no ha habido suerte. Si te hubieras fijado, hubiera roto esta carta y hubiera dicho: “Vámonos a tu casa. Te haré una buena cena. Y luego nos iremos a la cama los dos juntitos”. Pero eres tan insensible como una plancha de hierro.
“Adiós.
“P.D. A partir de ahora, aunque me veas en clase, haz el favor de no dirigirme la palabra.”
Haruki Murakami: TOKIO BLUES Norwegian Wood, (fragmento), Tusquets Editores, Barcelona 2005

Etiquetas:

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Si mencionas a Murakami, me siento casi obligada a escribir un comentario, es uno de mis favoritos. Me encantan sus historias absurdas e imaginativas, y su conexión con la música. He leído varios libros suyos, también en otros idiomas.

Ahí va mi fragmento: "Al igual que todas las mañanas, yo me doy cuerda a mi mismo. Antes de saltar de la cama, lavarme los dientes, desayunar, vestirme... ya he dado treinta y seis vueltas a la clavija. Me digo a mi mismo: Hoy empieza otro día. Animo!...
Pero hoy es domingo y esta mañana no me he dado cuerda...las tardes de domingo son tranquilas, apacibles y solitarias...."

11:53 a. m.  
Blogger Cronopio ha dicho...

Te respondí el otro día, pero según veo no grabó (cosas de las tecnologías). Te decía que sólo había leído TOKIO BLUES y que me recomendases otro libro de Murakami. También que recuerdo perfectamente el asunto de darse cuerda a sí mismo. Uno de los buenos "golpes" de Murakami. Pues mira que el de Tropa de Asalto tampoco está nada mal...

3:10 p. m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio